En el tercer domingo de Pascua y antes de rezar el Regina Coeli desde la ventana que mira a la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco ha explicado que en el cristianismo  “debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo”.

“Puede convertirse en una ocasión o en un instrumento de pecado, pero el pecado no es causado por el cuerpo, sino por nuestra debilidad moral”.

Narrando el Evangelio según San Lucas, donde Jesús se manifiesta a los Apóstoles diciéndoles: "La paz esté con vosotros", el Papa Francisco explica que “es tanto la paz interior como la paz lo que se establece en las relaciones entre las personas”.

El episodio contado por el evangelista Lucas insiste mucho en el realismo de la Resurrección, de hecho – asegura Francisco - no es una aparición del alma de Jesús, “sino de su presencia real con el cuerpo resucitado”.

“Jesús se da cuenta de que los apóstoles están desconcertados al verlo porque la realidad de la Resurrección es inconcebible para ellos” continúa el Papa.

Creen que ven un fantasma, “pero Jesús resucitado no es un fantasma, es un hombre con cuerpo y alma” y es por ello que les dice: "Miren mis manos y mis pies: ¡soy realmente yo! Tocadme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que tengo”.

Y como esto no parece suficiente para vencer la incredulidad de los discípulos, Jesús les pregunta: "¿Tienen aquí algo para comer? Los discípulos le ofrecen un poco de pescado asado y Jesús lo toma y se lo come delante de ellos.


Tras narrar el Evangelio según San Lucas, el Papa afirmó que “la insistencia de Jesús en la realidad de su Resurrección ilumina la perspectiva cristiana sobre el cuerpo”, pues el cuerpo “es creado por Dios” y el hombre no está completo “si no es una unión de cuerpo y alma”.

Jesús, que ha vencido la muerte y ha resucitado en cuerpo y alma, nos hace comprender que debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo: “El cuerpo es un regalo maravilloso de Dios, destinado, en unión con el alma, a expresar plenamente la imagen y semejanza de Él”, dijo el Papa - por lo tanto, continuó -  “estamos llamados a tener un gran respeto y cuidado de nuestro cuerpo y el de los demás” ya que toda ofensa, herida o violencia al cuerpo de nuestro prójimo "es un ultraje para Dios el creador”.


Además, Francisco envió un particular pensamiento a todos los niños, las mujeres y los ancianos maltratados en el cuerpo: “En la carne de estas personas encontramos el cuerpo de Cristo; Cristo herido, burlado, calumniado, humillado, azotado y crucificado” pero Jesús lo que nos enseñó fue “el amor”, un amor que, en su Resurrección – puntualizó el Santo Padre – “ha demostrado ser más poderoso que el pecado y la muerte, y quiere salvar a todos aquellos que experimentan en su propio cuerpo las esclavitudes de nuestros tiempos”.

“Vivimos en un mundo donde prevalece la prepotencia contra los más débiles y el materialismo que sofoca el espíritu”, señaló el Pontífice, y es por eso que el Evangelio de hoy “nos llama a ser personas capaces de mirar profundamente, llenas de asombro y gran alegría por haber encontrado al Señor resucitado” y concluyó pidiendo, por la intercesión materna de la Virgen María para que “nos sostenga en este camino”.

El Papa dedicó un saludo a los fieles reunidos en Madagascar para la beatificación del maestro y padre de familia Lucien Botovasoa, decapitado por una facción anticlerical en 1947 (aquí su historia).