El Papa ha iniciado este miércoles durante la Audiencia General su ciclo de conferencias sobre el Bautismo, tras haberlo hecho durante los últimos meses sobre la Eucaristía. Francisco explicó a las miles de personas presentes en la basílica de San Pedro que “la Pascua de Cristo, con su carga de novedad, nos alcanza a través del Bautismo para transformarnos a su imagen: los bautizados son de Jesucristo, el Él el Señor de su existencia”.

El Santo Padre agregó que el Bautismo es “el primero de los sacramentos en cuanto a que es la puerta que permite a Cristo Señor tomar morada en nuestra persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio y hacer resplandecer la luz divina”.


Prosiguió su catequesis asegurando que “el Bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la fuente bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que divide de Dios, y haciendo nacer el hombre nuevo, recreado en Jesús”.

Según recoge Aciprensa, Francisco señaló que este sacramento “es signo eficaz de renacimiento, para caminar en una vida nueva”. Y de este modo, añadió el Papa, “sumergiéndonos en Cristo, el Bautismo nos hace también miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión en el mundo”.

 Por otro lado, también afirmó que “el Bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros vivir unidos a Él, para colaborar en la Iglesia, cada uno según la propia condición, a la transformación del mundo”. “Recibido una sola vez –añadió– el lavado bautismal ilumina toda nuestra vida, guiando nuestros pasos hasta la Jerusalén del cielo”.


Durante la catequesis, también dijo que “hay un antes y después del Bautismo. El Sacramento supone un camino de fe que llamamos catecumenado, evidente cuando es un adulto el que pide el Bautismo. Pero también los niños, desde la antigüedad, son bautizados en la fe de los padres”.

“Ninguno merece el Bautismo, que es siempre don gratuito para todos, adultos y recién nacidos. Pero como sucede con una semilla llena de vida, este don echa raíces y lleva fruto en un terreno alimentado por la fe”.

En este sentido, “las promesas bautismales que cada año renovamos en la Vigilia Pascual deben ser reavivadas cada día para que el Bautismo ‘cristifique’ en quien lo ha recibido, haciéndolo de verdad otro Cristo”.