El Papa Francisco celebró este miércoles la tradicional Audiencia General en la plaza de San Pedro del Vaticano y, durante la catequesis, habló de su 41 viaje apostólico, realizado a Hungría del 28 al 30 de abril.

"Hace tres días regresé del viaje a Hungría. Deseo dar las gracias a todos aquellos que han preparado y acompañado esta visita con la oración, y renovar mi reconocimiento a las autoridades, a la Iglesia local y al pueblo húngaro, un pueblo valiente y rico de memoria", comenzó diciendo el Papa.

Las raíces y los puentes

"Durante mi estancia en Budapest pude sentir el afecto de todos los húngaros. Hoy quisiera hablaros de esta visita a través de dos imágenes: las raíces y los puentes", añadió. 

Sobre las raíces, Francisco hizo referencia a San Juan Pablo II. "Fui como peregrino a un pueblo cuya historia –como dijo san Juan Pablo II– ha estado marcada por 'muchos santos y héroes, rodeados de multitudes de gente humilde y trabajadora'. Realmente es verdad: he visto mucha gente sencilla y trabajadora custodiar con orgullo el vínculo con las propias raíces", explicó.

"Las sólidas raíces cristiana del pueblo húngaro han sido puestas a prueba. Su fe, como hemos escuchado en la Palabra de Dios, fue probada por el fuego. Durante la persecución atea del siglo XX, de hecho, los cristianos fueron golpeados violentamente, con obispos, sacerdotes, religiosos y laicos asesinados o privados de la libertad", comentó el Papa.

Un ejemplo de vida que llevó a los cristianos a situaciones peligrosas. "Pero mientras se intentaba talar el árbol de la fe, las raíces permanecían intactas: se mantenía firme una Iglesia escondida, con mucho clero ordenado en secreto, que testimoniaba el Evangelio trabajando en las fábricas, mientras que las abuelas evangelizaban a escondidas", afirmó.

Raíces que mantenían unido al pueblo. "En Hungría esta opresión comunista fue precedida de la nazi, con la trágica deportación de mucha población hebrea. Pero en ese atroz genocidio muchos destacaron por la resistencia y la capacidad de proteger a las víctimas, y esto fue posible porque las raíces de la vida juntos eran firmes. Así los vínculos comunes de fe y de pueblo ayudaron al regreso de la libertad", expresó.  

"Pero también hoy, como surgió en los encuentros con los jóvenes y con el mundo de la cultura, la libertad está amenazada. ¿Cómo? Sobre todo con los guantes blancos, de un consumismo que anestesia, por lo que nos conformamos con un poco de bienestar material y, olvidando el pasado, se 'flota' en un presente hecho a escala del individuo. Pero cuando lo único que cuenta es pensar en sí y hacer lo que se quiera, las raíces se ahogan", alertó.

Después de las raíces, el Papa habló de la segunda imagen: los puentes. "Budapest, nacida hace 150 años de la unión de tres ciudades, es célebre por los puentes que la atraviesan y unen las partes. Esto ha recordado, especialmente en los encuentros con las autoridades, la importancia de construir puentes de paz entre pueblos diversos", comentó.

 

Puedes ver aquí de forma íntegra la Audiencia General del Papa.

El Papa terminó elogiando la devoción de los húngaros por la música. "Me conmovió, en esta visita, la importancia de la música, que es un rasgo característico de la cultura húngara. Por todos lados había música: órgano, piano, violín, muchos instrumentos, y muchos cantos. Los jóvenes con discapacidad cantaron '¡Viva la Música!', y esto quería decir: ¡viva la armonía, viva la fraternidad, que da esperanza y alegría a la vida!", concluyó.