La Santa Sede ha hecho público este viernes el mensaje del Papa Francisco para esta Cuaresma del 2021, marcada irremediablemente en todo el mundo por la pandemia de coronavirus. En él, el Papa pide que “en este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo”.

Además, el Santo Padre recuerda que el itinerario de la Cuaresma “ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo”.

“El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante”, agrega.

En este sentido, Francisco señala que “en este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestó en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que la Iglesia nos transmite de generación en generación”.

Por otro lado, explica que “el ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento”.

“Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero ‘lleno de gracia y de verdad’: el Hijo de Dios Salvador”, agrega.

Un llamamiento a la esperanza

Francisco hace además un llamamiento a la esperanza. “En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto –afirma-, hablar de esperanza podría parecer una provocación. El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras que nosotros a menudo la maltratamos”.

Por ello, el Papa invita en este tiempo litúrgico a estar “más atentos a ‘decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan’, en lugar de ‘palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian’”.

Y es en el “recogimiento” y “silencio” de la oración –afirma Francisco donde “se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión:  por esto es fundamental recogerse en oración y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura”.

La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad… La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión”, agrega en su mensaje de Cuaresma.

Es más, señala que “vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: ‘No temas, que te he redimido’ (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo”.