El Papa Francisco ha escrito (o al menos firmado) el prefacio del libro Comunión y Esperanza que ha publicado la Librería Editora Vaticana, y tiene por autores al cardenal Walter Kasper (anterior presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos) y el padre George Augustin, un sacerdote alemán que dirige un instituto llamado, precisamente, como el cardenal germánico.

Se trata de un libro de reflexiones teológicas y el Papa reflexiona en su prólogo a la luz de estos meses de pandemia. "El coronavirus, como una tormenta -y me viene a la mente la solemne oración del 27 de marzo pasado en la Plaza de San Pedro- nos sorprendió a todos, cambiando la vida familiar, el trabajo y las actividades públicas y dejando a su paso muerte, penurias económicas y distancia de la Eucaristía y de los sacramentos", escribe el Pontífice.

"Esta dramática situación, desenmascarando la vulnerabilidad del hombre, su inconsistencia y su necesidad de redención y que cuestionando tantas certezas en la base de nuestras vidas, nos ha colocado ante interrogantes fundamentales sobre la felicidad y sobre el tesoro de nuestra fe cristiana", detalla el Papa.

Tiempo de prueba para orientarnos hacia Dios

Para el Pontífice llegado de Argentina, esta época de pandemia "es un tiempo de prueba y elección para que podamos orientar nuestras vidas de una manera renovada a Dios, nuestro apoyo y nuestra meta.

El Papa anima a combatir la injusticia global y la indiferencia. De hecho, la emergencia, dice, nos hace comprender cuánto "dependemos de la solidaridad de los demás y nos empuja a servir a los que nos rodean.

"El peligro de contagio de un virus debe enseñarnos otro tipo de 'contagio', el del amor, que se transmite de corazón a corazón. Estoy agradecido por los muchos signos de disponibilidad a la ayuda espontánea y de compromiso heroico del personal sanitario, de los médicos y de los sacerdotes. En estas semanas hemos sentido la fuerza que provenía de la fe", reconoce el Pontífice.

Francisco recuerda el "doloroso ayuno eucarístico" que muchos cristianos han experimentado debido al cese de las celebraciones públicas y la solución de emergencia de las transmisiones mediáticas, pero también subraya que ninguna "transmisión virtual puede sustituir la presencia real del Señor en la celebración eucarística".

Cristo, también en tiempo de pandemia, tiene un mensaje para los hombres: "¡No tengan miedo! Yo he vencido a la muerte".