El Tribunal Constitucional  (TC) debe resolver en los próximos tiempos el recurso  presentado por el PP contra la nueva Ley del Aborto. Se trata de una gran responsabilidad: de lo que diga en su sentencia va a depender que se admita o no en nuestro país la degradación total de la protección –ya actualmente muy escasa– de la vida del niño por nacer y de la mujer embarazada frente a la coacción social para que aborte. El TC ha sido puesto por la mayoría parlamentaria  en un trance difícil que va  a poner a prueba su independencia, pues la nueva ley es en algunos de sus parámetros básicos frontalmente contraria a la doctrina sentada por el propio TC en sus sentencias de 1985, 1996 y 1999 sobre el estatuto jurídico de la vida del concebido y aún no nacido. ¿Se va a atrever el TC a ser congruente con sus fallos anteriores y a anular la nueva ley; o va a modificar lo que hasta ahora ha dicho para legitimar los dictados de la actual mayoría abortista en el Parlamento?

Más próximamente el TC debe resolver la petición de suspensión cautelar de la ley solicitada por el PP. Los argumentos a favor de esa suspensión son muy poderosos: el carácter radicalmente irreversible de los daños que se producirán si la ley entra en vigor y la presunción de inconstitucionalidad de la ley por oponerse a la jurisprudencia del propio TC. ¿Se atreverá el TC a primar las vidas en juego y acordar la suspensión de la ley? Pronto lo sabremos.

Mientras tanto, miles de personas se concentrarán ante el TC el próximo sábado a las 12 de la mañana precisamente para solicitar al tribunal una decisión valiente en la materia. Oportuna convocatoria.

Benigno Blanco es presidente del Foro Español de la Familia