No sé qué puede haber pasado con la imagen de la Virgen de los Milagros de las medallas de concejal de El Puerto de Santa María. Que aparecen burdamente tachadas con típex lo hemos visto todos. Antes de acusar a nadie de hacer tal disparate, yo me tentaría mucho la ropa. Tendría que estar segurísimo. Me parece algo tan feo y tan gordo que no se lo imputaría a nadie fiándome de un rumor.

Hace años, escribí sobre una campaña institucional en la que se animaba a nombrar a nuestro pueblo El Puerto, para los amigos o algo parecido. La gracieta era que para más colegueo en el trato había que quitarle el apellido de Santa María. Como si hubiese algo que pudiese ser más íntimo que nuestra Señora.

Entonces no recordé que para mí no hay nada más íntimo que cuando alguien me llama "Máiquez". Demuestra que es un amigo del colegio de toda la vida o que su amistad entronca con aquella infancia. Me ha pasado que, desde un coche, me han saludado con ese grito: "¡Máiquez!", y yo no he reconocido quién era, pero sabía que era alguien muy querido. Mucho más que los que me llaman "Quique", que, en fin…

Al Puerto le pasa igual, multiplicadas las distancias. Quien lo lleva en el corazón no olvida jamás su apellido, su timbre de nobleza, su razón de ser "de Santa María", aunque por la economía del lenguaje (¡qué peligro trae siempre la economía!) se deje implícito a veces en el vivo subconsciente. Para El Puerto a secas ya tenemos Oporto, que también tiene buenos caldos, aunque no tanto. La Virgen del escudo de nuestra ciudad, a la que cantó maravillosamente Alberti, que no es sospechoso de faccioso, corona la frente coronada del castillo que nos simboliza desde hace muchos siglos. El que le echa típex a eso trata de oscurecer un icono que le supera por lo íntimo, por lo histórico, por lo institucional.

Me encanta la fundación mítica de nuestra ciudad por Menesteo, héroe de la guerra de Troya, y de que el río sea el Leteo, río mitológico del olvido, y está bien que durante una temporada fuésemos Alcanate, callado y moro y tal; pero nuestro hito supremo es Alfonso X el Sabio, nada menos, cantando cantigas a nuestra Virgen, y ella culminando, como sale en el escudo de la ciudad, la torre del homenaje del castillo de San Marcos. ¿Cómo se puede tratar de faltarle a eso? Ojalá no haya sido nadie o fuese un accidente o sea una falsa noticia, y no hubiese un alma detrás de tal ordinariez.

Publicado en Diario de Cádiz.