Sábado a mediodía. Tres familias. Frozen 2 es un interminable anuncio de higiene íntima. ¿A qué huelen las nubes? La primera Frozen también lo fue pero las canciones funcionaban y la propaganda de «las primeras protagonistas femeninas» reventó la taquilla. Y como casi siempre en el feminismo, lo que quería ser una liberación era un insulto. Ana es una desequilibrada que todo lo congela cuando se pone histérica, y a su hermana, entre demente y semipú, sólo le falta hacérselo con el reno.

La primera protagonista de Disney fue Blancanieves y luego vinieron Cenicienta, Alicia y su conejito tardón, la Dama del vagabundo o Mary Poppins entre muchas otras. Si las feministas tienen algún problema con estas maravillosas mujeres deberían ir al psiquiatra. Si no te gustan los príncipes azules el trauma lo tienes tú, y no el amor: algunas ranas sólo son ranas. Hay que decir basta. Somos hombres. Somos mujeres. Somos príncipes, somos princesas. Nos queremos. No competimos. Nos complementamos, cada cual en su rol. Fundamos familias, concretamos el propósito de Dios.

Frozen 2 hurga en una profundidad que no existe. Han tenido seis años para hacer esta secuela y he aquí el bodrio que han engendrado: es el naufragio de la mentira. He visto que cuando las cosas buscan su fondo encuentran su vacío. Las canciones son entre mediocres y una porquería. El País ha acusado a Disney de cobarde por no haber vuelto lesbiana a su perturbada protagonista. Es la yerma retórica de la izquierda española, que nunca entenderá que la mayor victoria es la vida y la única valentía es ser el padre de Maria. Vivimos tiempos de ignominia, es el imperio de las resentidas.

Disney tendría que entender que su lamentable seguidismo de la corrección política -feminismo, elogio de la tribu, desdén por el Occidente que construye civilización e infraestructuras- le ha llevado a algo insólito en su extraordinaria filmografía, que es hacer una mala película.

Blancanieves fue una madre para todos y Frozen es una madrastra -mitad Greta Thunberg, mitad Maruja Torres- incapaz de cocinarte, ni queriendo, unos buenos macarrones. Saliendo del cine lo que hice primero fue comprarle a Maria una muñeca y a Víctor una pelota. Y rezar un Padrenuestro por si le tocaba al Señor la guardia en Barcelona.

Publicado en ABC.