Más papista que el Papa, voy a reconocer que me ha hecho un lío, como a él le gusta. ¿No es "Hagan lío" uno de sus eslóganes inaugurales? Con el tiempo, he pensado que su devoción a la Virgen Desatanudos llega al extremo de hacer motu proprio algún que otro nudo de más para que la Madre nos lo desate.

Al lío, pues. Han nombrado a Mariana Mazzucato, que es una economista de enorme prestigio, para la Pontificia Academia para la Vida. Hasta ahí, bien. El lío empieza cuando nos enteramos de que Mazzucato es partidaria acérrima del aborto. En los estatutos reza que la Academia Pontificia se debe "al fiel servicio en defensa y promoción del derecho a la vida de cada persona humana". Estando el mundo mediático y académico como están, debe ser misión imposible encontrar una persona de prestigio público que sea ortodoxa, vale, pero ¿cómo se casa el abortismo con los estatutos?

Que yo esté hecho un lío no implica que critique a nadie. Asumo que mi papel es escandalizarme como mandan los cánones, y que lo cumplo ortodoxamente. El mundo recibe con indiferencia creciente los movimientos de la Iglesia y el lío habrá que hacerlo, qué remedio, con los que aún nos dejamos liar.

Dicen que el organismo es sólo consultivo y que por eso no importa que Mazzucato sea abortista. Ya, ya… ¿Habrían incluido en la muy consultiva Academia Pontificia a un partidario de la pena de muerte? No digo de su aplicación, no exageremos, bastaría con que defendiese su posibilidad moral. Pero eso no, porque crearía otro tipo de lío, aunque los padres de la Iglesia y multitud de santos no veían la pena de muerte incompatible con la fe; aunque no es lo mismo matar a un inocente -un feto es el inocente por excelencia- que a un culpable tras un juicio justo; y aunque las Sagradas Escrituras (Antiguo Testamento, por supuesto, pero también algunas parábolas de los Evangelios) recogen penas de muerte.

Eso sería impensable, ¿verdad? ¡Escandaliza incluso como hipótesis! Pero la Mazzucato abortista sí tiene su pontificio asiento sin que haya producido, dicen, el más mínimo desacuerdo durante su proceso de selección. Lo que nos deja muy claro a quién se busca liar.

Y yo, fiel hijo de la Iglesia, asumo mi papel y lo aprovecho para rezar con intensidad por la Iglesia, por el Papa, por la Academia Pontificia, por la Mazzucato, por monseñor Philippe Bordeyne y por tutti quanti. ¡Que nadie diga que no me he liado bien del todo!

Publicado en Diario de Cádiz.