El magistrado de Instrucción número 42 de Madrid vio indicios de delito por menosprecio. Y una voluntad de agresión y ofensa a un colectivo. Seguro que hubo españoles alborozados al escucharlo. Por fin alguien iba a intervenir para proteger de tanta agresión y ofensa gratuita a los católicos. Porque para muchos resulta desde hace tiempo ya más que indignante que haya dos comunidades en España a las que se ofende, agrede, insulta de forma sistemática e impune como si fuera una necesidad que además las víctimas debieran aceptar de buen grado. Los colectivos agredidos son los católicos en toda España y los españoles constitucionalistas en Cataluña. Este mismo martes constitucionalistas catalanes en Madrid habían exigido al Gobierno de la Nación que actúe en Cataluña como es su deber y le dicta su juramento. Para defender los derechos de los españoles que son pisoteados por instituciones tomadas por los separatistas. A la misma hora, el gobierno y los separatistas ofrecían en Barcelona unos gestos de complicidad que no prometían mucha contundencia en la defensa de la ley. Pero volviendo a la otra vana ilusión. Seguro que hubo españoles que pensaron que al fin alguien iba a pedir respeto para la religión mayoritaria en España tras la insufrible ofensa a los católicos en el carnaval de Las Palmas, apartado reinonas o DragQueens, la gratuita burla de Cristo, la Virgen, las figuras y símbolos más sagrados del cristianismo. Pero no. Ni hablar. Se equivocaban. Ni el magistrado del 42 ni nadie iba a actuar contra el menosprecio y la ofensa a millones de creyentes. El juez perseguía algo muy distinto. Dictaba la inmovilización de un autobús color butano por rótulos que, según dice, ofenden a un colectivo transexual.

El hecho de que, desde hace dos días, la noticia más comentada haya sido la persecución política, mediática y policial de ese autobús podría hacer pensar que nuestro país no tiene problemas. Hay muchos. Entre ellos no está el dilucidar si hay niñas con pene y niños con vulva. Ni que los niños tengan pene y las niñas vulva, como afirma el bus. Y, sin embargo, sí es ya un grave problema de España la diferente valoración, aceptación y trato legal a una afirmación y a otra. Porque una vez más queda claro que la existencia de dos varas de medir. La hay para todo, desde los delitos a los chistes, a las palabras, gestos, conductas o gustos o ideas. Estas varas de medir las blandea el mundo mediático español controlado por fuerzas izquierdistas y separatistas. gracias a la acción incansable en este sentido del actual gobierno. Una vara es la que con infinita comprensión y magnanimidad entiende, asume y defiende todo lo que proceda de los sectores ideológicos de la izquierda, incluidos sus comandos ideológicos especiales que son el feminismo, la ideología de género, el ecorradicalismo, el animalismo y el LGTBismo. La otra vara es la que con rigor e ira furiosa critica, ataca, castiga, reprime y amonesta en los sectores de la sociedad opuestos a la izquierda. Unos pueden decirlo y hacerlo todo. Los otros están en permanente sospecha. Las mentiras históricas de unos son intocables y pretenden ser protegidas por ley. Las verdades que dejan sus mentiras en evidencia son perseguidas. Gracias a leyes que promulga la izquierda y mantienen quienes gobiernan gracias al voto de la derecha estamos en un proceso de rápida criminalización de quienes entran en colisión con ese rodillo político-cultural izquierdista y su eficaz arma del movimiento LGTBI. Estamos ante una grave ofensiva contra las libertades en España. Y sabemos quién las ataca. No sabemos quién las defiende.

Artículo publicado en ABC.