Jorge Mario Bergoglio es el primer jesuita de la historia en sentarse en la cátedra de Pedro. También justamente durante su reinado la Compañía de Jesús corre el riesgo de desaparecer del Vaticano.

Conserva todavía la dirección del observatorio astronómico, pero ha perdido el mando de la sala de prensa, de la radio y de la televisión, que son el corazón del sistema de comunicación de la Santa Sede.

Durante algunos años el padre Federico Lombardi estuvo a la cabeza de estos tres dispositivos. Pero uno tras otro le fueron sustraídos y ningún otro jesuita ocupó su puesto.

El nuevo jefe de los medios de comunicación vaticanos, puesto por el papa Francisco a la cabeza de la neonata Secretaría para la Comunicación, es el monseñor lombardo Dario Edoardo Viganò, experto en cine, muy alejado de la visión de su predecesor.

La Radio Vaticana es el epicentro del punto de inflexión. Confiada desde su nacimiento, en 1931, a la Compañía de Jesús, ha llevado el mensaje de la Iglesia hasta los más remotos confines del mundo.

Con las transmisiones en onda corta pudo y puede ser escuchada también en los lugares más prohibidos, en Siberia en los años de Stalin como hoy en Corea del Norte o en Arabia Saudita.

Transmite en 40 idiomas y para el padre Lombardi lo habría hecho en alguno más. Incluso logró comenzar un programa en idioma hausa, para Nigeria del norte, donde encolerizaban a los Boko Haram, con apenas diez mil euros más los costos anuales. Pero el que en el Vaticano es responsable de administrar los dineros lo obligó a suspenderlo por motivos de ahorro. 

Porque, efectivamente, la Radio Vaticana cuesta mucho. No recibe publicidad, tiene ingresos irrisorios y sus numerosas secciones lingüísticas incluyen a casi trescientos periodistas en la nómina de sueldos. El déficit general oscila entre los veinte y los treinta millones de euros por año. 

Ahora bien, monseñor Viganò no quiere saber más nada de la transmisión en onda corta. La considera anticuada y piensa que hay que desmantelarla, porque está suplantada por la web. Pero por el contrario, para el padre Lombardi sigue teniendo un rol esencial "de servicio para los pobres, los oprimidos, las minorías, más que de sometimiento al imperativo de la maximización de la audiencia".

Son dos visiones antitéticas. Pero la dirección de la marcha parece ahora señalada. En África, donde la web llega con mucho esfuerzo, Viganò ha anunciado un acuerdo con Facebook, gracias al cual los mensajes del Papa llegarán a través del celular en 44 países, mediante una aplicación.

Para el mes de diciembre la Radio Vaticana dejará de existir en breve como realidad subsistente en sí misma. Será englobada en un único content hub centralizado, o sea, para decirlo con Viganò, en "un único centro de producción multimedial de textos, imágenes, audiovisuales y podcast radiofónicos en varios idiomas", sometido a una única dirección editorial ya hoy detentada por el mismo Viganò y próxima a estar dotada de su propia "fuerza de tareas de periodistas", en buena parte atrapados por la misma Radio Vaticana y adaptados al nuevo rol.

También el Papa Francisco apunta en esta dirección, a juzgar por las audiencias que concede a las “estrellas” de los más modernos sistemas de comunicación. Recibió en este año, uno tras otro, a los magnates de Apple, de Google, de Instagram, de Facebook, de Vodafone, ninguno de los cuales salió con las manos vacías. En los primeros días de diciembre recibirá a las cúpulas de los colosos editoriales de Fortune y de Time Warner, que desde el Vaticano promoverán un New Social Compact mundial para apoyo de pobres y refugiados, con el concurso de firmas como IBM, McKinsey, Siemens y WPP.

También "L'Osservatore Romano", a pesar de sus salas revestidas de nobleza, terminará rápidamente engullido en el content hub de monseñor Viganò.

Para resistir, el diario vaticano ha llamado en auxilio al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, que de hecho en el pasado mes de mayo patrocinó el relanzamiento de su suplemento femenino, con dinero del Correo Italiano.

Pero Viganò ya preanunció el futuro del diario. Para las noticias oficiales será un boletín minúsculo, para uso de la curia y en venta sólo en los kioscos alrededor del Vaticano, mientras que para los artículos más serios se lanzará una edición semanal delgada, como ya acontece en los idiomas distintos al italiano.

Publicado en Chiesa.espressonline.it.