La muerte de Rafa Lozano deja en todos los que le tratamos –junto al dolor inevitable- la férrea convicción de que hemos tenido el privilegio de compartir la vida de un héroe, es decir, de alguien que ha mejorado el mundo en que vivió e influido positivamente en miles de personas, generando dinámicas de bien de amplia proyección en la historia futura, aunque nadie aquí pueda cuantificar ni conocer exactamente los frutos de su vida. Bastaba ver el martes pasado en el tanatorio de la M30 de Madrid a los cientos de personas que venían a despedirse de él y abrazar a su mujer e hijos, para percibir la estela de felicidad y vida que ha dejado Rafa en tantos: una pequeña multitud que rezumaba fe –en su mayoría-, dolor y lágrimas pero con una inmensa alegría. Fe y alegría a pesar del dolor por la separación eran el clima alrededor del cadáver de Rafa. Esa es la estela de su vida.

Cuando besé a Fani, su madre, le dije mientras recogía con mis dedos alguna de sus lágrimas silenciosas, que debía estar contenta por la vida de su hijo y porque había llegado a la meta; Fani me contestó: ¡pero si estoy contentísima! Quizá esto no lo entiendan quienes no tienen fe, pero es la marca de quienes como Rafa y Fani viven cara a Dios y, por amor a Él, entregados a hacer el bien a los demás. Fani apostó en circunstancias muy difíciles por la vida, la vida de aquel que crecía en su seno y se llamaría Rafa, y éste ha dedicado su vida a proteger la vida de tantos. El sí a la vida de una mujer provocó una cadena de otros sí con proyección en la historia y para la eternidad a través de la vida de Rafa.

He tenido la suerte de trabajar con Rafa Lozano durante muchos años, primero en el Foro de la Familia y después en Red Madre, entidades en las que Rafa desarrolló su actividad profesional durante la mayor parte de la última década con un breve intervalo entre ambos trabajos.

Lo conocía de antiguo, pero nuestra relación se reforzó cuando se ofreció como voluntario en la organización de la ILP del Foro sobre el matrimonio en 2004 y en las primeras manifestaciones que desde el Foro se organizaron en 2005. Por eso, cuando quedó vacante poco después la dirección general del Foro, le ofrecí que se hiciese cargo de esa responsabilidad y él aceptó con la generosidad y el empuje que le caracterizaban. Durante aquellos años trabajamos mano a mano en las campañas del Foro en defensa del matrimonio, la libertad de educación y la vida (con la promoción de Red Madre, nombre que -por cierto- es invención de Rafa). Incluso en el breve periodo que se dedicó a otras actividades hasta su incorporación a Red Madre como director de la entidad en Madrid, siguió colaborando con nosotros como voluntario. Sé por tanto de quien hablo.

Rafa no era un hombre perfecto –¡buenas broncas le he echado en ocasiones!-, pero fue un héroe benefactor de la humanidad porque veía su vida con vocación de servicio, sabía que su misión era defender la vida en una época en que la cultura de la muerte contamina nuestro ambiente.

Se comprometió con la causa de la vida en su juventud allá en las Islas Canarias y después como voluntario o profesionalmente hasta su fallecimiento. Y se comprometió con la vida junto a Lola su mujer recibiendo con alegría esos seis hijos –de Carlota  a Jaime- que no podían contener las lágrimas mientras cantaban guitarra en mano con alegría cantos de vida y resurrección en el funeral celebrado en el tanatorio.

Rafa era generoso con su tiempo, estaba disponible las 24 horas (¡literalmente!) para quien lo necesitase; abrió junto con Lola las puertas de su casa a quienes necesitaban de su apoyo y compañía para superar dificultades matrimoniales o a causa de un embarazo o problemas de atracción sexual que les mortificaban.

Su compromiso con la vida fue ampliando el abanico de sus dedicaciones: los no nacidos, las mujeres embarazadas, los matrimonios con dificultades, las personas con atracción por el mismo sexo…; según los años pasaban y los problemas se multiplicaban a su alrededor, Rafa y Lola (pues en esto iban siempre de la mano) ampliaban el abanico de sus intereses solidarios. Por eso tenía tantos amigos, por eso tanta gente le quiere, por eso la multitud que pasó por el tanatorio para darle su agradecido adiós.

Humanamente Rafa tenía una personalidad atractiva: sonreía siempre, era pausado, no perdía la calma, jamás hablaba mal de nadie, era muy divertido, le encantaba la gente, la calle, las masas, el megáfono y la pancarta. Era un buen amigo de sus amigos y los tenía, por eso, a miles. Era discreto, nada vanidoso, servicial y generoso con su tiempo (demasiado incluso: no sabía decir que no a nadie que le pidiese ayuda y eso a veces creaba problemas pues el día solo tiene 24 horas).

La raíz última de su personalidad y actividad –así lo percibía él- era su fe en Dios y su amor a la Iglesia. Amaba a los hombres y los servía porque los veía a la luz de su fe como hijos de Dios. ¡Cómo me recuerda su forma de entender la historia y ver a los demás a la de la santa de Calcuta que era canonizada mientras él fallecía!

En sus últimos años ese compromiso con su Dios se concretó de forma especial en la promoción de la devoción a la Virgen, especialmente en sus advocaciones de Guadalupe y Medjugorje. Y así de nuevo abrieron Lola y él su casa, ésta vez a grupos de oración vinculados a estas devociones. ¡Nunca estaban solos Rafa y Lola: las puertas de su casa y sus vidas siempre abiertas a los demás!

“Sé útil, deja poso, ilumina con la luminaria de tu fe y de tu amor…” Esta recomendación del santo aragonés se hizo realidad en la vida -¡y en la muerte!- de Rafa. Y seguirá siendo realidad en los que le deben la vida: sus hijos, los que nacieron gracias a su apoyo, los matrimonios que superaron sus problemas con su ayuda, los que centraron su vida y su sexualidad con su consejo, …Esta imagen de continuidad de los frutos de la vida de Rafa se me hizo patente al ver salir del tanatorio rumbo al cementerio la “furgoneta de Rafa” conducida por Carlota, su hija mayor, con todos los hermanos detrás.

La vida sigue, la furgo la seguirán guiando otros y los frutos de esta vida generosa se multiplicarán hasta el fin de los tiempos. Así sucede con los héroes, aunque sean de aquellos que quizá no pasen a los libros de historia de los hombres.
 
Benigno Blanco Rodriguez
© Foro de la Familia