¿Existe un pueblo más despiadado y sanguinario que los españoles? Es obvio que no. La leyenda negra antiespañola se ha impuesto en todas partes y con tal capilaridad que no necesita ser demostrada. Es así, y basta.

¿Hay indios y mestizos en América Latina? Sí, y en gran abundancia. ¿Hay indios y mestizos en América del Norte? Poquísimos y recluidos en las reservas. Y sin embargo, dado que, como es sabido, los españoles han sido desde siempre los colonizadores peores, y dado que, como es igualmente sabido, la Iglesia católica es lo más inhumano, violento y sanguinario que existe, hay que apresurarse a derribar las estatuas de Fray Junípero Serra (1713-1784), el franciscano menor apóstol de California. ¿Por qué? Por extraño que pueda parecer, en nombre de Black Lives Matter: en defensa de los negros norteamericanos reducidos a la esclavitud y hasta hace pocas décadas rigurosamente separados de la comunidad blanca. ¿Fueron tratados así por los franciscanos y por los españoles? No, sino por los wasp [blancos, anglosajones, protestantes, por sus siglas en inglés].

Las principales ciudades californianas tienen nombre de santos y ángeles: Los Ángeles, San Francisco, San Diego, Santa Bárbara, Santa Fe, Sacramento, solo por citar algunas. ¿Y por qué estos nombres tan extraños? Por el genio emprendedor misionero de Fray Junípero Serra.

Estamos a mitad del siglo XVIII cuando en Madrid, con Carlos III de Borbón, reina el despotismo ilustrado (¡bellísimo nombre, debo decir!), el cual, en nombre de la luz de la razón, impone la supresión de la Compañía de Jesús con la correspondiente expropiación de sus bienes. Expulsados los jesuitas en 1767 incluso de sus misiones americanas (en el plazo de 24 horas los religiosos debían desalojar todos los conventos), la Corona encarga a los franciscanos asumir su puesto.

Este es el contexto en el cual el teólogo Serra, natural de Mallorca, con energía infatigable y a pesar de los muchos sufrimientos que le produce una herida en la pierna, recorre, a menudo a pie, cientos de kilómetros para bautizar y confirmar a los indios de aquellos territorios. Fray Junípero planifica y, en buena medida, construye el Camino Real: una vía que recorre de norte a sur la costa californiana, con la fundación de 21 conventos fortificados aproximadamente a un día de distancia uno del otro, de modo que permite a los frailes mutua protección y colaboración para defenderse de los indios, que no pocas veces son agresivos (¿no saben algo de esto los calvinistas que los exterminaron?).

Aún hoy los bellos conventos edificados por Fray Junípero y por los franciscanos siguen ahí para mostrar de qué modo fueron evangelizados los indios. En el centro de los conventos está, como es evidente, la iglesia, y adosados a los muros del perímetro, pegados uno a otro, se encuentran diversos negocios donde los indios aprenden los oficios más imprescindibles. Si se quiere admirar en California algo antiguo, es obligado visitar las capillas y conventos de las misiones franciscanas.

¿Cometieron genocidio Fray Junípero y los franciscanos? Como en el resto de América, muchos indios murieron por contagio epidémico. ¿Es racista Fray Junípero? Como dijo el Papa Francisco cuando le canonizó, “supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades” y “buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado”.

Pese a lo cual, una estatua de Fray Junípero fue destruida recientemente en San Francisco, mientras españoles, por su parte, manchaban de rojo color sangre la estatua de Palma de Mallorca.

Ha vuelto con prepotencia el odio a nuestra historia y a nuestra identidad. El odio que llevó a Jesús a morir en la Cruz.

Publicado en La Nuova Bussola Quotidiana.

Traducción de Carmelo López-Arias.