Sus profesiones son distintas y sus vidas también lo son. Viven en lugares diferentes y, de hecho, no se conocen. Pero en todos hay un elemento común que no deja de sorprender: su fe en Cristo que les ayuda a ver de una manera diferente la existencia y cada acontecimiento.

Ellos mismos lo han dicho y declarado y sus palabras y acciones se convierten en motivación para tantas personas para seguir profundizando en la relación personal con Dios.

Cuando la fe motiva a la superación

 José Javier Curto es español y un gran deportista. Fue campeón mundial al ganar medalla de oro en Atenas 2004, y también es parapléjico. Nació con una parálisis cerebral que, a los 21 años, se le añadió una distonía muscular por la que fue perdiendo progresivamente el control sobre su cuerpo. Pero esta enfermedad no ha menguado su amor a la vida, aunque no deja de ser cierto que ha sido un duro golpe.
 
En buena medida, todo el ánimo con que afronta el presente y mira al futuro le viene de su fe en Dios que le lleva a querer seguir superándose: «Esta vida no es nuestra, pertenece a Dios y a Él tenemos que dársela. Con sufrimiento, sin sufrimiento, como sea».
 
En una entrevista a ReligionenLibertad.com añadía: «Las personas que no tienen fe, incluso te piden a ti que reces por ellas. Es un don de Dios y todos los días le pido que me dé más fe porque tengo poca».

Cuando la fe motiva a la coherencia de vida

A otros la fe les ayuda a mantener la coherencia de vida, el vivir lo que se cree también con obras y actitudes, aunque en los tiempos que corren no sea lo más «aceptado».
 
En 19951996, John Gummer fue considerado el parlamentario británico que más hizo por el medio ambiente a nivel internacional. Converso del anglicanismo al catolicismo y ministro de John Major y Margaret Tatcher, habla sin tapujos de su fe recomendando a los políticos católicos «que hablen de su fe católica, no desde una versión particular de ella, sino la de la Iglesia, la de los Apóstoles».
 
Entrevistado por Pablo Ginés, Gummer respondía así a la espinosa interrogante sobre el tema de la defensa de la vida por parte de un político católico: «En los temas pro vida es donde uno tiene que decidirse de verdad: “Si yo creo en la Verdad, y no en la simple conveniencia”. Porque es mucho más conveniente no ser pro-vida. Lo conveniente es lo fácil, y a los políticos les gusta lo fácil. Los temas pro vida no tratan sólo la oposición al aborto (aunque sea un tema esencial). Si nos preocupa tanto el aborto, es porque a los hombres se nos ha pedido tomar parte de la Creación, no en la destrucción». Y no tiene empacho en rematar: «Un político católico tiene que ser un gran militante de la oración».
 
Militante de la oración fue también el antiguo presidente de Corea del Sur (1998-2003) y Premio Nobel de la Paz, Kim Dae-Jung, fallecido el 18 de agosto de 2009. Como recogía la edición en italiano de L´Osservarore Romano, Dae-Jung fue encarcelado, torturado, exiliado y condenado a muerte por el régimen militar, pero su fe católica –como él mismo reconoció siempre– le ayudó y motivó en los momentos de dificultad. No sin razón afirmó Kim el día de la concesión del Nobel: «Durante toda mi vida he vivido con la convicción de que la justicia vence. La justicia puede fracasar una vez en la vida, pero al final siempre triunfa en el transcurso de la historia». Y ahora sabemos Quién era esa justicia para él.
 
Y es la oración también el alimento del polifacético escritor Michael O´Brien. Conocido por best seller como El Padre Elías y La última escapada, sus apasionantes historias combinan acción, suspenso, ficción y drama con la dura realidad de la persecución anticristiana y la imposición de una nueva ideología mundial.
 
Canadiense de arraigada fe católica, en su trabajo como escritor, pintor y escultor parte siempre del diálogo con Dios para que su trabajo sea fecundo: «La vocación al arte cristiano es algo sagrado. Es una vocación, no una profesión. Es una misteriosa relación de co-creación, y por eso la pintura y la escritura católicas, todas las artes, deberían empezar así: con nosotros, los artistas, de rodillas, implorando la gracia. Ese es el fundamento que permite dar buenos frutos en este mundo. Ese es el único principio para un auténtico renacimiento».
 
Fue también la coherencia de vida lo que llevó a la ex senadora Mercedes Aroz a retirarse de la política activa en 2007 y, luego, a renunciar a su filiación al partido socialista español, tras 33 años de militancia en él, en 2009.
 
Así lo declaraba ella misma a una agencia de noticias: «Mi discrepancia con las políticas del socialismo radical del Gobierno [se refiere al de José Luis Rodríguez Zapatero] y del Partido Socialista es completa, desde la ética cristiana y desde la defensa de los derechos humanos”.  Y no hubo vuelta atrás.
 
Mercedes Aroz aprovechó para recordar que «el político cristiano está llamado a ser conciencia  crítica en su militancia y en su acción pública cuando sea necesario».
 
Tim Tebow es un joven mariscal de campo del equipo de fútbol americano Florida Gators, y una promesa de la NCAA, la liga universitaria de Estados Unidos. Fue este joven de 22 años el que dejó pasmado a los reporteros el pasado mes de agosto de 2009 cuando les reveló en rueda de prensa que guarda su virginidad para el matrimonio.
 
Tebow también explicó a los periodistas que gracias a la fama que tiene está pudiendo proyectar su fe cristiana a muchas más personas, además de poder compartir con tantas más el testimonio de vida de su madre, quien pese a recomendaciones médicas decidió no abortarlo: «Hay gente que ha decidido no someterse a un aborto porque escuchó la historia de mi mamá, o que han sido alentados porque comparto mi fe en la televisión o en los reportajes», declaró el también ganador del trofeo Heisman, máximo premio para los jóvenes futbolistas de la Unión Americana.

Cuando la fe motiva una transformación 

La fe también mueve a cambiar de vida o a darle un arrojo antes insospechado. Es el caso de quien allá por 1976 fue el ícono del movimiento punk.
 
Alemana de nacimiento, Nina Hagen promovía la masturbación femenina y el feminismo a ultranza a mediados de los años 80´s, además de haber pasado por el hinduismo. Pero a sus 54 años, con más de 15 discos en su haber, Cristo la encontró y el 17 de agosto fue bautizada en Schüttorf, al sur de Alemania.
 
Aunque su itinerario espiritual y vida ha seguido un rumbo muy distinto al de Niha Hagen, el religioso marianista Daniel Pajuelo se ha decantado por la música rap como vehículo de evangelización: «Es una buena oportunidad para hablar a los jóvenes  e incluso para llevar el mensaje de la Iglesia a muchos adolescentes a los que el lenguaje eclesial les es extraño, ajeno, o incluso les produce rechazo».
 
Daniel (o smdani, su nombre artístico; se puede ver más información en http://smdani.marianistas.org) afirma que la música, más que un medio para evangelizar, debe ser evangelizada primero. Y en esas está.
 
En la edición 2009 del Meeting de Rímini se presentó el cantautor italiano Enzo Jannacci. Contrario a lo que muchos creían, Jannacci se declaró creyente y reveló que está «viviendo una maduración de su credo religioso». En entrevista concedida al diario Avvenire (cf. 26.08.2009) Enzo afirmó que «cuando uno tiene la fortuna de reconocer y alimentar una experiencia de fe, prueba las mismas situaciones emotivas del amor, ve la luz a través de un prisma diverso, y quiere hablar con los otros, cantar».
 
Hasta antes de su concierto del pasado 26 de agosto en Rímini, se tenía a este conocido médico y cantante por ateo. «La fe es como un enamoramiento […] no es fácil de explicar. Para cada uno es un suceso distinto, pasa siempre como un encuentro… Y después el sentimiento es alimentado y día a día se descubre un amor en la convivencia, en las cosas comunes», dijo Jannacci al Meeting Quotidiano (cf. 27.08.2009).

Cuando la fe sostiene

Pero la fe también se convierte en sostén cuando los terremotos amenazan la vida, y la que da la fuerza para mirar con amor el futuro y con perdón el pasado. Fue también en Rímini, en 2009, donde un testimonio conmovió y mantuvo en suspenso a los participantes que escuchaban pasmados. Harry Wu fue el causante de estas reacciones.
 
Wu, chino de nacimiento, ha pasado más de 15 años internado en campos de concentración (laogai) a causa de su fe pues en su país de origen no existe la libertad religiosa, desde hace más de 60 años: «En 1950 los expertos de Stalin fueron a China a desarrollar los campos de concentración, este sistema ha continuado hasta hoy», refirió. Y también agregó: «Occidente, cuando come en sus platos llenos, debe recordar que los chinos no pueden ir a la Iglesia, que no son libres para acceder a Internet o criticar al gobierno».
 
También en un campo de concentración estuvo recluido el padre Rudolf Bosnák apenas ocho años después de su ordenación sacerdotal, en 1950. ¿El motivo y el lugar? Su fe en Dios y la entonces república comunista de Checoslovaquia: «Éramos 150 curas en la prisión, y no sabían qué hacer con nosotros. Nos metieron en una misma habitación con delincuentes y asesinos para que nos convirtieran, pero resultó lo contrario: que ellos se volvieron mejores, así que decidieron aislarnos». Pero no era todo: los guardias le insultaban y gritaban cuando se santiguaba.
 
Cuando al fin salió de la cárcel le obligaron a trabajar en una mina. Ahí, en un lugar donde no le mirasen, celebraba la misa para los mineros. «¿Perdió su fe?» –le pregunta Álex Navajas– a lo que el padre Bosnák responde: «Al contrario: mi fe se fortaleció más. Fue un tiempo hermosísimo, los mejores años de mi vida». 

Cuando la fe motiva a la gratitud 

Nominado al Óscar 2009 como mejor actor por la película El luchador, Mickey Rourke no se cansa de repetir que su fe católica es la razón de su redención y de manifestar públicamente su gratitud por ello. Reconocido por sus frecuentes interpretaciones como chico malo en diversos filmes de los años 80´s, poco a poco se fue alejando de los escenarios. La intervención de un sacerdote en su vida le ayudó a salir de la idea del suicidio que rondó mucho tiempo por su mente. Tras un breve periodo como boxeador, Rourke tocó fondo del cual salió gracias a su fe y a la ayuda de un amigo sacerdote.
 
A finales del pasado mes de agosto de 2009, Rourke declaró al diario bosnio Avaz: «Si no fuera católico me habría volado los sesos». Y también afirmó: «Cuando te caes. La gente te empuja más. El mundo está lleno de materialismo y envidia. Cuando eres famoso y te caes, la gente no quiere que vuelvas. Es casi imposible volver. Ya es difícil la primera vez, pero la segunda vez es como si no existieras… Dios me dio una segunda oportunidad, el de arriba me ayudó».
 
A Verónica Berzosa la han llamado la «abadesa más hermosa de España» y también «la abadesa del milagro». Lo primero por su tez morena, sus ojos verdes grandes y hermosos y su rostro limpio; lo segundo porque aun perteneciendo a un convento de clarisas de clausura (en Lerma) hay más de 100 hermanas, entre postulantes, novicias, junioras y religiosas: un milagro. ¿Y cómo comenzó todo? Ella misma lo dijo al periódico La Nueva España (cf. 14.05.2009): «A los 18 años lo tenía todo, me iba fenomenal con las notas, practicaba baloncesto, hacía teatro, salía con chicos, pero nada pudo colmar lo que ha llenado Jesucristo en mi vida…».
 
¿Cómo conoció a las clarisas? Un sacerdote claretiano que iría a Corea quiso pasar con las religiosas de Lerma para pedirles oraciones. Verónica le acompañó y desde el primer momento supo que ese era su lugar. En noviembre de 1982 Juan Pablo II ordenó sacerdote a su hermano Raúl, actualmente obispo auxiliar de Oviedo: «Cuando le miraba a él veía la belleza de los consagrados, de los célibes y un amor tan pleno que me despertaba las ganas de ser así».
 
La madre Verónica llegó al convento de Lerma cuando tenía 18 años. Las vocaciones escaseaban cuando ella llegó. Hoy son más de un centenar al grado de que tendrán que abrir un nuevo monasterio en Aranda de Duero, cerca de Burgos, en España. Y cada día transmite y testimonia la belleza de su vocación. Y eso lo perciben quienes se acercan al monasterio. No sin razón cada fin de semana pasan entre 200 y 300 jóvenes al locutorio para preguntarles sobre la fe, sobre la vocación, sobre Dios, a las religiosas, a la abadesa.

Cuando la fe mueve al perdón 

El 23 de mayo de 2009, Balan Joseph Palamootti, perdió a su esposa y a su hija en el atentado terrorista que sufrió la iglesia de la Asunción en Kathmandu, Nepal. Sus sentimientos están en las antípodas del odio y el rencor. En declaraciones a la agencia Fides, Joseph afirmó unos días después que ya había perdonado a la autora de la explosión: «Cuando la vi recordé la historia de san Pablo que perseguía a los cristianos y pensé que Sita (la autora del atentado) podría tener la misma experiencia de conversión». No sólo eso: Joseph también anunció a los otros católicos de su parroquia su intención de permanecer en Kathmandu, pese a las amenazas contra la comunidad católica por su fe en Cristo, para servir como testimonio de vida cristiana, junto a sus hijos.

Cuando la fe motiva a sobreponerse al dolor

«María, si tú me dejaste acá después de tener un esposo y cinco hijos, tú me dirás para qué me necesitas». Fueron las palabras de Teresita Ramírez a la Virgen María, mientras esperaba que alguien la rescatara del río en un barranco al que cayó después de que el autobús en el que viajaban su esposo, sus cinco hijos y varios familiares chocara con un árbol, el pasado 15 de junio de 2009. Teresita fue la única sobreviviente.
 
Tras cuatro horas luchando contra la corriente del río, el segundo más caudaloso de Colombia, logró al final salir del barranco y pedir ayuda. Momentos después encontraron a sus familiares sin vida. Su fe, como ella misma lo ha dicho, fue el sostén que la ayudó a vencer la tristeza y agradecer los 18 años de matrimonio que tuvo: «Los niños eran muy cariñosos con nosotros, el papá era muy dedicado. Todo su tiempo libre era para ellos. La Navidad era hermosísima, hacía el pesebre con todos, y le ponía mucho amor. Hacíamos la novena al niño Jesús y venían entre 305 y 40 niños». Refiriéndose a su hija Paola, la mayor, mencionó: «Vi su billetera y me di cuenta que tenía un adhesivo que decía Cristo, alimento de mi alma». Ahora, mirando al cielo, Teresita dice: «Allá están ellos, falta ver cuándo será el día en que nos volvamos a reunir».
 
La historia de Teresita sintoniza con la del conocido político español Adolfo Suárez Illana, quien habiendo sufrido la experiencia de la muerte de su madre, de su hermana y la dura enfermedad de su padre, no duda en bendecir a Dios y en reconocer que todo lo que tiene es gracias a su fe: «en Retamar –el colegio donde estudió– me acostumbré a tratar a Dios como un amigo, incluso cuando meto la pata, cosa, por cierto, muy frecuente», revelaba al semanario Alba, de España. ¿Su concepción de la vida? Él mismo responde: «Es un don divino que debe ser usado para obrar el bien y que “puede y debe aventurar”, como bien lo recuerda don Quijote a Sancho, cuando está en juego un verdadero valor, la libertad».
 
La historia de Gloria Strauss fue ampliamente conocida en Estados Unidos gracias a un reportaje del Seattle Times. Nacida en 1996, Gloria fue un testimonio de fe inquebrantable pese a su corta edad.
 
En 2003 le diagnosticaron cáncer y fue entonces cuando comenzaron, paradójicamente, los momentos más hermosos de su vida. Cuando en 2007 se le agravó la enfermedad y algunas personas cuestionaron a los padres por la calidad de vida que le estaban brindando a Gloria, fue ella quien animó a su papá diciéndole que estaba feliz porque gracias a su cáncer muchas personas rezaban: «Ella nos enseñó a todos la manera de llevar una cruz. Nos dio como regalo su propio compromiso en una relación constante con Dios a través de la oración; ella siempre dijo sí», revela Doug, el padre de Gloria (cf. ACI prensa 10.08.2009).
 
Gloria falleció a los 11 años, el 21 de septiembre de 2007. Más de tres mil personas participaron en su funeral y, por su testimonio de vida, incluso una familia de luteranos decidió convertirse al catolicismo. Ahora la familia Strauss asiste a familias con miembros con alguna enfermedad grave a través de una organización en memoria de Gloria.
 
Las historias que hemos repasado son de hombres y mujeres de carne y hueso; son personas que ríen, lloran, se conmueven y sienten como todos los demás seres humanos. Pero en sus ojos brilla –o brilló– esa luz que hace ver la vida de una manera distinta y que, precisamente por eso, son capaces de testimoniar la presencia de Cristo en su existencia y en el vaivén del mundo.