Los chicos de Janli Cebrián siempre tan preocupados por la familia y por la Iglesia, se presentan ¿por qué asusta un Jesús casado?

La respuesta primera es: naturalmente que asusta un Jesús casado, pues introduce la figura de la suegra en la historia de la salvación: ¡Qué horror!

Y tiene toda la razón: en este punto asustan demasiadas cosas. Por una parte, la frivolidad de una investigadora, creo que de Harvard, nada menos, quien con un papelito de papiro no mayor que una caja de cerillas, ha encontrado las palabras esposa de Jesús, allá por el Cairo, de lo cual deduce, científicamente, que el Redentor estaba casado. Dejemos a un lado que el Evangelio, el libro de toda la antigüedad más documentado y con más copias, más que el resto de clásicos juntos, no habla de la esposa de Jesús y sí de, por ejemplo, la suegra de Pedro.

Pero hay un punto más relevante. Si algo tienen los Evangelios es que parecen escritos por hagiógrafos a los que les importaba un bledo aparentar sinceridad. Casi se diría que el estilo evangélico está hecho para suscitar dudas y poner pegas. Ni se molestan en explicarnos cómo se multiplicaron los panes y los peces o los pormenores de una curación milagrosa. Las respuestas de Dios-Hijo -por ejemplo, despreciando a su madre o calificando de ‘perros’ a los fenicios- no parecen obra del maestro de la caridad, ni las llamadas a la división entre hijos y padres hablan de quien inventó el saludo de la paz.

Pero el titular de El País va más allá: “La hipótesis que removería los cimientos católicos”. Pues va a ser que no, Janli. Eso no te lo crees tú ni cobrando 8,2 millones de euros por año. Precisamente, los cimientos católicos consisten en un Dios espíritu Santo que engendra al Dios-Hombre de una doncella nazarena, precisamente, un dogma que a los progres, querido Janli, os cuesta mucho aceptar.

Eso no sólo lo dice el Evangelio sino que lo reafirma y enfatiza hasta resultar algo pelma, según criterios periodísticos. Por tanto, nada se removería si el Redentor hubiera tomado esposa, como nada supuso que el primer Papa tuviera suegra. Ocurre que no fue así, que Jesús no tomó esposa, pero es lo malo que tiene la progresía: que la realidad les molesta. Y cuando uno no concibe la realidad ya se sabe que acaba, primero, en progresista, luego en chiflado.

Pero el desarrollo del artículo de El País ha superado la categoría de progresista, dado que está escrito por Juan Bedoya (se ruega no hacer rimas fáciles con su apellido), el sietesabios espiritualista de El País, quien me recuerda a esos teólogos alemanes que dedican su vida a estudiar a alguien, Dios, en cuya existencia no creen. Ojo a las reflexiones de Bedoya: “Fortalecería la idea de familia que el fundador cristiano tuviera una propia”. Es como decir, “fortalecería la idea de justicia el hecho de que el fundador del Cristianismo hubiera ejecutado a un par de homicidas y a un pretor romano”. O también: “fortalecería la idea de la apocalíptica previsión sobre la segunda venida que el fundador hubiera arrasado Jerusalén y matado a todos sus habitantes con fuego venido del Cielo”.

Es que Bedoya es… la pera y El País haría cualquier cosa por ayudar al Cuerpo Místico de Cristo. Hasta buscarle esposa al Redentor.

© Hispanidad