Mucho me temo que toda esa movida que se traen los llamados “indignados”, toreando a la policía, de la que se ríen y ofenden impunemente, sea un ensayo general con todo, como se dice en el teatro, preparatorio de algún “espectáculo” especialmente llamativo para enturbiar la visita del Papa a Madrid, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Con todos los medios informativos focalizados en este magno acontecimiento religioso, la ocasión la pintan calva si deciden montar un escandalete desvergonzado que les proporcione una publicidad enteramente gratuita gracias a la tolerancia y hasta complicidad que han gozado hasta ahora por parte de las autoridades “incompetentes”. Además no estarán solos. Contarán, sin duda, si finalmente salen a la calle buscando bronca, con el apoyo y acaso la participación de distintos “colectivos” cristófobos: laicistas ateos (no conozco ningún laicista que no sea, como mínimo, agnóstico), anarcos, sodomitas del movimiento ídem, feministas de barricada, aguerridos nostálgicos de Izquierda Unida y hasta ciertos socialistas con mando en plaza. Tratándose de un asunto de Iglesia, todo vale para zurrarle la badana. Eso del respeto mutuo, libertad de culto, convivencia ciudadana, etc., no figura en sus diccionarios.

Desde el primer momento que aparecieron en lontananza estos pajaritos del 15-M, fiesta de San Isidro, se les vio el plumero. Y también lo que representaban. Lo sorprendente fue, sin embargo, que la gran mayoría de los medios informativos no se enterasen de qué iba la cosa, como les suele ocurrir con frecuencia, y no pocos vieron con simpatía la ocupación de la calle por estos supuestos jóvenes supuestamente indignados. Viéndoles, no obstante, la carita en la tele, se advierte que muchos de ellos tienen ya los espolones crecidos, y las mozas desabrigadas que los acompañan, bueno, pues qué quieren que les diga, pues eso. O sea que jóvenes, pero menos. Y para indignados, es decir, cabreados como monas, los comerciantes de la Puerta del Sol, los vecinos, los viandantes, los taxistas, los conductores, los usuarios de transportes colectivos y cuantos han sido seriamente perjudicados por las hazañas de estos ocupas callejeros, que se creen que los espacios públicos son de su propiedad privada. Lo natural de esta tropa.

A estas alturas no creo que haya nadie que se crea que estos cofrades de San Isidro Labrador, que salieron en procesión precisamente el día del santo patrón de Madrid, sea una benemérita hermandad con propósitos pacíficos y nobles, según anunciaron en cuanto acamparon en la Puerta del sol madrileña. Pero esa declaración de buenas intenciones engañó a quienes quisieron engañarse. De inmediato pudo apreciarse que se trataba de un movimiento antisistema, peor aún, anti todo, de inspiración ácrata, compuesto por unos pocos, muy pocos cientos en  el mejor de los casos, pero con gran capacidad de armar ruido y provocar altercados. Especialmente si tienen la seguridad de que los follones que montan les saldrán gratis. Entonces, por qué no divertirse a costa de los demás. Encima, los medios informativos se encargan de hacerles la campaña de publicidad sin pasar por administración. ¿Hay quien se lo pueda montar mejor? De ahí mi temor que la actitud levantisca de estos sujetos, arropados por aquellos “colectivos” que no les van a la zaga en su fobia anticristiana, puedan amargar la JMJ. Intentarlo seguro que lo intentarán, ellos u otros parecidos, pero confiemos que la sensatez y firmeza de las autoridades gubernativas, sin que sirva de precedente, y la cordura de los cientos de miles de participantes en tan grandioso evento religioso, no entren al trapo de las provocaciones.