Lo que nuestros sacerdotes y nosotros, su rebaño, necesitamos unos de otros y, una vez más, advertencias nunca superfluas sobre la Nueva Era. Esto es mucho de lo que nos encontramos en Pastorea mis ovejas. Las necesidades mutuas de sacerdotes y fieles (De Buena Tinta), el último libro de Fernando Poyatos.


Una obra que -nos confiesa él mismo- surgió como un "desafío" en una reunión parroquial, cuando un párroco les dijo: “Vosotros sois los que tenéis que decirnos a los curas qué queréis de nosotros”. Pastorea mis ovejas fue su respuesta: "El libro ha sido escrito «con profundo amor a los sacerdotes y a la Iglesia», el móvil principal. Y lo he escrito no precisamente como una autoridad en los muchos temas que trata, pero sí respaldado por voces mucho más autorizadas que la mía en la misma Iglesia, hoy y a través de los siglos, una Iglesia que es una institución divina confiada a seres humanos imperfectos, pero que, como nos asegura el mismo Cristo, «el poder del infierno no la derrotará»".



Poyatos es autor también de obras como Quédate con nosotros, Señor, sobre la misa, y Pastoral de la salud. Guía espiritual y práctica, un ámbito sobre el que atesora una importante experiencia en varios países y con otras comunidades cristianas, que le ha permitido discernir lo bueno, lo menos bueno y lo malo: "Recuerdo (aunque no lo menciono en el libro) cuando en 1972 el hoy beato Pablo VI manifestó su sensación de que había entrado en la Iglesia «el humo de Satanás», a quien definió como «ser viviente, espiritual, pervertido y pervertidor, realidad terrible, misteriosa y temible». Hasta dedicó toda una catequesis a su presencia activa, convencido de que «una de las necesidades más grandes de la Iglesia es la de defenderse de ese mal al que llamamos el demonio», un enemigo ya vencido en la cruz, pero que no dejará de dar coletazos hasta que vuelva Cristo".


Con una perspectiva ahora aumentada en más de cuarenta años dedica un primer capítulo a las necesidades mutuas de sacerdotes y fieles: "Estoy firmemente convencido de que, por su consagración, todos y cada uno de los sacerdotes son un inmenso don para la Iglesia y para la humanidad, como decía su patrono el Santo Cura de Ars, y esto informa todo el libro y así espero que lo entienda cualquier lector".


Fernando Poyatos alienta una relación entre el párroco y sus feligreses que vaya más alla del "de domingo a domingo".

Le preguntamos por esas "necesidades mutuas": "Podemos empezar por preguntarnos cuántos de los fieles sienten, además de sinceramente querer cumplir con el deber dominical, el deseo de fomentar con su párroco una mutua relación fraterna y a la vez filial, por ejemplo, invitándolo a su casa. Es decir, no perpetuar una actitud de: «Entre domingo y domingo, o entre misa y misa, o entre uno y otro de cualquiera de los servicios parroquiales que yo puedo pedirle a mi párroco -porque para eso está-, el cura en su parroquia y yo en mi casa, hasta que le necesite otra vez»”.

¿Cuándo, entonces, debemos acudir nosotros a ellos y ellos a nosotros? "Los fieles (pero para esto es preciso haberlos educado en ese sentido) debemos acudir a él cuando tenemos algún problema grave para juntos orar por ello, se trate de la salud o de un asunto familiar grave. Y, viceversa", continúa Poyatos, "qué hermoso es que un sacerdote anime a sus fieles a recurrir a él cuando realmente le necesitan, ¡que se den cuenta de que le necesitan! Es decir, que se trata también de las actitudes del propio párroco".

Y aporta un ejemplo de esas actitudes: "Hablo de cosas que he vivido durante la mayor parte de mi vida en Estados Unidos y Canadá. No es lo mismo salir al altar e inmediatamente decir En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que, antes del saludo litúrgico propiamente dicho, saludar socialmente a la asamblea con un sonreído Buenos días que reconoce esa presencia social nuestra y nos predispone, indudablemente, a una mejor interacción litúrgica con él. Y, concretamente en la Misa dominical, no es lo mismo desaparecer ´por el foro´, como suele decirse, tras el Podéis ir en paz, que ir a la puerta, después de quitarse la casulla, para, como pastor, saludar a los fieles, una valiosa prolongación social de la liturgia celebrativa".

Es algo que ha vivido como algo habitual en el mundo anglosajón: "Hará un par de años una familia de Alcalá de Henares me hablaba con entusiasmo de la cálida personalidad de su nuevo párroco porque, entre otras cosas, «va a la puerta después de la Misa para saludar a la gente». ¡Y yo una vez, en un pueblo español, tuve que correr un domingo a la sacristía para decirle al párroco que una familia estadounidense me había preguntado que cuándo salía!".


Recibir y/o despedir a la puerta del templo: una costumbre anglosajona que ya no resulta raro ver en otras latitudes.


Pastorea mis ovejas ofrece argumentos para un cambio de actitud y algunas ideas y táticas: "Sugiero, también para fomentar esa relación mutua más estrecha entre sacerdote y fieles, que se nos hable de lo importante que es tener nuestros hogares bendecidos y ofrecernos para ello, especialmente a las familias más jóvenes para así fomentar la cristiana costumbre de bendecir una nueva vivienda y, además, contribuir así a una relación más amistosa con ellas".

En resumen, ¿nos propone este libro una especie de examen de conciencia colectivo e individual? "Pues sí, porque para mí personalmente lo ha sido a medida que reflexionaba por escrito, pues me he visto retratado no pocas veces en las cosas que me duelen".


El capítulo siguiente, uno de los dos más extensos, está dedicado a la actuación de sacerdotes y fieles en la liturgia. Lo repasamos con el autor, y Poyatos no oculta hasta qué punto es central este tema: "No puede serlo más. Nosotros y nuestros sacerdotes nos expresamos primordialmente como hijos de Dios y como hermanos, como pastores y sus rebaños, en lo que nuestro santo Juan Pablo II afirmó que es «un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra»: la Santa Misa. Ahora, le toca al lector -sacerdote, religioso o laico- llegar, con corazón abierto, a ciertas importantes conclusiones para, reconociendo el «decaimiento del sentido del misterio en las celebraciones», como dijo ya aquel santo papa en la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Europa [La Iglesia en Europa], responder activamente a la necesidad urgente, como también dijo, de «renovar las celebraciones litúrgicas para que sea signos más elocuentes de la presencia de Cristo» (n. 69)".



En el libro se menciona lo que dijo en el sínodo de obispos de 2005 Benedicto XVI sobre la "urgencia eucarística", refiriéndose a una praxis que necesita "una nueva y amorosa actitud".

Así lo explica Poyatos: "Doy ejemplos de irregularidades y abusos, pequeños y grandes, que confunden a los menos formados (que son muchos) y que, además, debilitan no solo ese «misterio de las celebraciones», sino la misma catolicidad de nuestra Iglesia, así como el fervor individual y colectivo de los fieles. También resumo lo que debe ser el comportamiento de una persona en una iglesia, así como la cuestión de los conciertos en una iglesia, actividades a menudo reñidas con la sacralidad del lugar; y algo muy importante relacionado con nuestros sacerdotes: su aspecto personal y su dimensión social como prolongación de su ministerio eucarístico".


Le preguntamos por las homilías, un punto en el que insiste especialmente el Papa Francisco. Poyatos señala que hay que "actualizarse": "Cada vez que escucho esas lecturas sobre milagros de sanación, de multiplicación espectacular de la comida, sobre la promesa de Jesús de que «si beben un veneno mortal no les hará daño», o sobre otros signos y prodigios, me gustaría estar yo en el ambón para dar con entusiasmo ejemplos de todos ellos hoy día, por lo mucho que eso acrecienta nuestra fe, en lugar de de dejar que se perpetúen en nuestra mente esos pasajes del Antiguo o del Nuevo Testamento como cosas solo para aquellos tiempos".

Poyatos ofrece en Pastorea mis ovejas treinta temas que deberían tratarse más en la predicación, entre otros el penoso estado de la alabanza en la Santa Misa, el pecado y concretamente el de la mentira, el demonio y los ángeles, el perdón, la entrada de cristianos no católicos en nuestra Iglesia, los judíos y los musulmanes... 

Es que "hay muy poca formación entre la mayoría de los fieles, que necesitan ser instruidos, incluso catequizados. Por eso trato también del perdonar, del sacramento de la Penitencia (tan en baja en su práctica y poco entendido desde el punto de vista teológico y espiritual), de las acusaciones de los antiguos profetas, que leemos en la Misa sin darnos por aludidos, o del concepto a menudo tan mal entendido de lo que significa la conversión. Lo mismo que pasa con un falso concepto de la salvación y la condenación eternas", un punto en el que Poyatos detecta "una equivocada y optimista cosmovisión compartida por demasiados católicos".

También destaca, en uno de los últimos capítulos de Pastorea mis ovejas, la necesidad "de una adecuada catequesis prebautismal, ausente (aunque obligatoria) en no pocas parroquias", y también "la insuficiente información a nivel parroquial de cuestiones de crucial importancia en la pastoral de enfermos: la alimentación y sedación del enfermo terminal, la donación de órganos, la Comunión y la Unción de los Enfermos y la incineración y las normas eclesiásticas sobre las cenizas".


Hay que instruir a los fieles sobre qué hacer, espiritual y sacramentalmente, en caso de enfermedad o muerte propia o de un familiar.

Todo ello, sin olvidar "la necesidad cada vez más urgente de dejarnos equipar por el Espíritu Santo y lo que nos dicen los Papas y otras autoridades acerca de lo que se llama efusión o bautismo en el Espíritu Santo en las iglesias cristianas, que en los primeros siglos era parte de la iniciación cristiana". "Es conveniente", sugiere, "que todos conozcamos esto, en este caso a través del testimonio personal de autoridades como el padre Cantalamessa, incluso de cardenales y obispos y de los comentarios de los mismos Papas, pues suele creerse que ´esas cosas´ son como un monopolio de ciertos movimientos carismáticos católicos o no católicos".


Por último, fiel a su propósito de denunciar algunos errores inadvertidos pero muy corrientes hoy día, Poyatos no concluye esta conversación sin recordar "las muchas manifestaciones y actividades, tan peligrosas sobre todo espiritualmente, de la Nueva Era". Nos remite al documento Jesucristo, portador del agua de la vida, que dieron a conocer en 2003 el Consejo Pontificio de la Cultura y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

Advierte asimismo contra la presencia New Age incluso en parroquias: "No solo la música, sino el yoga, la meditación transcendental, el reiki, etc., y cursos o conferencias que hacen más daño de lo que puede imaginarse, sobre todo a los incautos con poca preparación religiosa, y no solo a ellos. Aparte de otras muchas cosas peligrosas: las llamadas terapias alternativas; prácticas ocultistas tan extendidas como las cartas del tarot o el tablero güija; y, por supuesto, las que podríamos llamar ´de toda la vida´, incluidas las diversas formas de magia y otras prácticas ocultistas repetidamente condenadas a través de la Biblia hasta el libro de los Hechos de los Apóstoles".

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Título: Pastorea mis ovejas. Las necesidades mutuas de sacerdotes y fieles Ocio Hispano
Autor: Fernando Poyatos  
Editorial: De Buena Tinta  
Páginas: 313 páginas  
Precio 17,00 €