Es el último milagro de La Voz del Desierto, el ya veterano grupo de curas, laicos y seminaristas de la diócesis española de Alcalá de Henares que usan la música rock para evangelizar. Ahora han conseguido algo de lo más insólito: un artículo en el diario laicista El País hablando con simpatía de una actividad católica y hasta clerical. Para que quede constancia, y por su interés, lo reproducimos en ReL.

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Unos acordes rockeros se escapan bajo la puerta de una pequeña sala insonorizada, propiedad del Obispado de Alcalá de Henares. Para llegar hasta allí es necesaria una peregrinación: pasar el Palacio Arzobispal, atravesar un patio yermo y subir unas estrechas escaleras.

Al abrir la puerta da la bienvenida una amalgama de cables e instrumentos con los que cada domingo ensaya La Voz del Desierto, una banda de siete componentes, tres de ellos, sacerdotes católicos.

Sus letras hablan de Jesucristo. Están inspiradas en pasajes de la Biblia y las escriben ellos mismos.

"Nos divertimos, pero el objetivo es transmitir la palabra de Dios. El día que no lo hagamos, el grupo se disolverá", explica Alberto Raposo, de 43 años y sacerdote de Arganda del Rey. Suya fue la idea de crear, en octubre de 2003, el grupo que ahora ensaya entre bromas y gestos de complicidad.

Raposo era delegado de Juventud de la diócesis de Alcalá, que cada año organiza un encuentro entre jóvenes. "Queríamos acabar la edición de 2003 con un acto lúdico", cuenta Raposo, que una tarde se encontró a Julio Alejandre y Jesús Javier Mora, Curry, ensayando en el seminario (no eran curas todavía) y les trasladó el proyecto. Aceptaron, tocaron en el encuentro y, como gustaron, comenzaron a llamarles desde otras parroquias para actuar. Grabaron un primer disco y ya no pudieron parar. Ahora preparan su quinto álbum.


La voz del desierto toma el nombre del Evangelio. "El profeta Isaías dice que vendría alguien para anunciar al mesías, y lo llama la voz que clama en el desierto. Esa voz es la de Juan el Bautista", explica Julio Alejandre, 40 años y párroco en Estremera y Brea de Tajo.

"Es como decir que no nos anunciamos a nosotros mismos, anunciamos a aquel que nos salva, que es Jesús", narra Daniel de la Vega, un informático de 34 años que forma parte de un grupo de confirmación, da catequesis y creó un coro en su parroquia. 

"A veces pensamos que la Iglesia son los curas, y no es verdad. Un civil comprometido tiene que trabajar igual que un sacerdote para que el nombre de Jesús sea conocido", recalca. Él y el sacerdote Curry son los vocalistas del grupo.



En la banda son amantes de la buena música, aunque confiesan tener cierta predilección por Queen y Dire Straits, mientras Raposo, uno de los sacerdotes, interpreta con su guitarra eléctrica, recién estrenada, What is it, una de las canciones más relevantes del grupo británico liderado por Mark Knopfler.

"Realmente escuchamos de todo", subraya Pedro Martínez, que se dedica a la música de forma profesional. Ha compuesto la melodía de diferentes series. A sus 54 años llegó a La voz del desierto hace cinco por amistad con sus integrantes, ya que formaba parte de otro grupo de música vinculado a la comunidad cristiana.

"La gente se sorprende cuando ve nuestros alzacuellos. En una ocasión, en las fiestas de Brea de Tajo, al ver que éramos curas, un hombre nos estuvo gritando durante todo el concierto. Alguna canción debió de tocarle la fibra y al final de la actuación pidió confesarse", cuenta Curry, que fue el sacerdote que atendió la petición ante la sorpresa de los presentes.

En su opinión, el objetivo es usar cualquier recurso para llevar a Dios a los demás. "Transmitimos las experiencias que hemos tenido en nuestra vida, enseñanzas de un Dios que nos quiere, que nos ha salvado".


Antes de dedicarse al sacerdocio, los curas que integran La voz del desierto habían construido una cómoda vida, pero sentían que les faltaba algo. Abrazaron la fe tarde, por caminos dispares, pero sienten que han hecho lo correcto.

Julio Alejandre, 40 años y párroco en Estremera y Brea del Tajo, era profesor de música, pero su mundo no encajaba, por lo que decidió marcharse al seminario. Se ordenó cura en 2007.

Curry, de 36 años, está en la parroquia de San Juan Evangelista de Torrejón de Ardoz desde que es sacerdote. Estudió ingeniería informática. Trabajaba para una multinacional, tenía una vida hecha y una novia con la que estaba a punto de casarse. Cuando quedaron para poner la fecha de la boda su vida dio un giro de 180 grados.

"Pasé de no vivir nada la fe, de tener una existencia mundana, a encontrarme con un Dios que era amor y que curó mis heridas", explica Curry.

Se ordenó sacerdote en mayo de 2008 y en septiembre casaba a su exnovia con un amigo de toda la vida. "Dios me hizo una señal muy fuerte y soy feliz con mi decisión", explica.

"Yo también estuve en la boda de mi exnovia", relata Raposo. Estudió matemáticas y también le aguardaba una vida plácida, pero notaba que le faltaba algo. "Pregunté al señor y lo descubrí un verano que me quedaron asignaturas para septiembre".

El público que acude a sus conciertos es muy variopinto: "Tenemos un estilo muy ecléctico. Que cada uno se quede con lo que le guste", señala Raposo.

Hace unas semanas conocieron en la oración diocesana de jóvenes que una chica que va siempre a sus conciertos y un chico que solo fue una vez para informarse sobre el grupo, ahora están juntos.

"Los sacerdotes lo tienen más complicado para enamorarse. Nuestro fin no es ligar, sino evangelizar", señala Raposo. Pedro Martínez, encargado de los teclados, señala al batería: "José Cortés (24 años) es el que se ha venido con el corazón roto de Dallas (EE UU)".

El grupo acaba de llegar de la capital de Texas, donde ha ofrecido cuatro conciertos gracias a la mediación del Ministerio Católico Mensaje, una organización dependiente de la diócesis de Nueva Orleans (EE UU) que se encarga de evangelizar.



No ha sido su primera actuación internacional, ya que han pisado escenarios portugueses en cuatro ocasiones. En España han tocado en varias ciudades, pero les marcó de forma especial actuar en la Jornada Mundial de la Juventud que el papa Benedicto XVI celebró en Madrid en agosto de 2011. Interpretaron canciones en diferentes puntos de la capital, como El Retiro o Plaza de España.

"Incluso fuimos teloneros del encuentro entre los voluntarios y el Papa que se realizó en Ifema", resalta Raposo. El sueño de los integrantes de esta banda ahora es conocer a Francisco y si es gracias a sus melodías, mejor. "Yo por el Papa hago lo que sea", se ilusiona Curry, de 36 años y sacerdote en Torrejón de Ardoz.

En diciembre, la agenda de conciertos es prácticamente nula porque es un mes con muchas celebraciones litúrgicas, pero abren la puerta a cualquier bolo.

Tampoco ninguna discográfica le ha ofrecido contrato hasta ahora. La música religiosa, dicen, es más importante en Estados Unidos y Latinoamérica, donde según Julio Alejandre hay muchos grupos que hacen melodías de este tipo, como los puertorriqueños de Son by four.

Incluso en Australia está el caso de Hillsong United, una banda de rock alternativo que hace alabanzas a Dios. En España se sienten bichos raros. Saben que difícilmente les alcanzará la fama. No la buscan, ellos son un vehículo para llevar la palabra de Dios a lugares donde tradicionalmente no llega. Por eso en la diócesis les ven como "una bendición".

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En el vídeo, el simpático reportaje que TVE sacó sobre La Voz del Desierto a principios de 2015