Sevilla vivió anoche un auténtico «shock», uno de esos hechos que tocan las entrañas de la ciudad, sus bases, su rico patrimonio sentimental: el Gran Poder, el Señor de Sevilla, fue atacado durante la misa en su basílica por un individuo —Luis C.O.— que acabó arancándole a la imagen parte de la túnica, de la camisa y el brazo derecho, descolgado de su articulación. Fue al final de la misa de las 20.30. Según narró el propio hermano mayor de la Hermandad del Gran Poder, Enrique Esquivias, minutos después del incidente, un hombre «de aspecto normal y de unos 40 años» se acercó a la parte trasera del camarín, realizando el recorrido del habitual besapié, que es permanente en el Gran Poder. Nadie vio nada extraño en su comportamiento, pero al llegar a los pies del Cristo, esta persona dejó en el suelo la mochila que portaba, comenzó a dar patadas al pedestal y se agarró a la manga de las vestiduras del Señor, tirando con fuerza de ellas en repetidas ocasiones. De hecho, llegó a encaramarse sobre el propio camarín, agarrando directamente la imagen, hasta acabar arrancando el brazo derecho. Además, propinó a la talla, enfurecido, algunos golpes.

En ese momento, y en pleno ataque de histeria de muchos de los presentes, el sujeto fue reducido por un par de agentes de paisano de la Policía Nacional que, casualmente, se encontraban en el templo en ese momento. Al ser interceptado, ya en la sacristía, este hombre aseguró a los policías que había atacado al Gran Poder porque se consideraba «el hijo de Dios» y que traía «un mensaje». Se trata, según lo que se apuntó ya ayer, de una persona con las facultades perturbadas y de nacionalidad española, concretanmente de la provincia de Sevilla. El individuo fue detenido y, tras la llegada de refuerzos policiales, fue trasladado a la Inspección Central de Guardia, la sede policial situada junto a la central de Blas Infante. Una vez retenido el agresor en la basílica, la misa continuó y fue al final de la misma cuando la hermandad decidió cerrar las puertas de la iglesia.

El hermano mayor explicó que, efectivamente, el brazo derecho del Señor había quedado descolgado al desprenderse de la propia articulación (de galleta, tradicional, de la que se rompió la llamada «espiga»), pero «no se trata de un daño irreparable, nada que no pueda restaurarse sino algo perfectamente subsanable». El brazo del Señor no llegó a caer al suelo, pues quedó sujeto con la propia túnica, que se rompió al igual que la camisa que cubre la imagen.


La Policía Científica llegó al templo pasadas las diez y media de la noche y estuvo trabajando hasta medianoche recabando datos. Sobre las once y cuarto de la noche apareció por la basílica el imaginero Luis Álvarez Duarte para hacerle una reparación de urgencia al Señor, que se mantuvo en el mismo sitio, sobre su pedestal, una vez acabada la misa y cerradas las puertas. Eso sí, tal y como se informó desde la hermandad, el Gran Poder se retirará del culto de momento hasta que quede completamente restaurado. En las próximas horas se dirimirá dónde se realizará el arreglo de la talla. El brazo quedó custodiado por la hermandad. Las puertas del templo abrirán hoy, pero sin el Señor de Sevilla presente.

El hermano mayor, Esquivias, fue preguntado sobre las medidas de seguridad y la necesidad de incrementarlas ante hechos como éste en la misma puerta del templo, pero se limitó a explicar que «es precipitado valorar de momento la manera de exponer el Señor al culto o restringir el acceso del público al camarín». «Si fuera una obra de arte estaría en una vitrina, pero se trata de una imagen de culto», indicó Esquivias.


Las reacciones entre la multitud de fieles que presenciaron el hecho durante la misa fueron muchísimas y todas cargadas del lógico nerviosismo de haber presenciado un incidente como ese. Una de las personas presentes en la basílica, Pilar, explicaba a este periódico que «cuando la gente se quiso dar cuenta, este señor estaba subido en el camarín y dando golpes al Señor, tirando con fuerza de la túnica hasta partirla. Ha sido espantoso, todo el mundo se ha puesto muy nervioso y había mucha gente llorando». Al retener al agresor, con los gritos del incidente, muchas de los presentes salieron corriendo del templo a la misma Plaza de San Lorenzo.

Otro de los fieles, Antonio, indicaba que todo había sido «muy rápido, todo de repente, el tipo se ha subido y la ha emprendido a golpes con el Gran Poder. Menos mal que lo han reducido rápido, porque podía haber sido mucho peor. Es que nadie vigila quién sube, y cualquier loco puede plantarse allí y cometer un acto como ese». «Ha sido espantoso —relataba otra señora—, espantoso de verdad. Nos hemos asustado todos muchos porque nadie esperaba algo así».

Son pocos, prácticamente nulos, los antecedentes de este tipo con imágenes sagradas en Sevilla. Prácticamente sólo se recuerda la famosa salida en Semana Santa de la Hermandad de La Estrella en 1932, cuando se le lanzaron huevos al Señor y hubo hasta tiros delante del paso de la Virgen. Algo parecido a lo de ayer le ocurrió hace varios años varios años a La Piedad del Vaticano, a la que se le propinaron varios martillazos.