De la actriz Raquel Welch (Chicago, 1940) nadie espera un discurso moralista o anticuado. Quizá por eso un artículo suyo publicado recientemente en la web de la CNN con el título «It’s sex o’clock in America» ha causado tanta sorpresa.
 
Y es que la que fue símbolo sexual de los 60 y 70 no se arruga al defender valores e instituciones tan poco hollywoodienses como el compromiso, la lealtad y el matrimonio.
 
«Desde que Margaret Sander abrió en 1916 la primera clínica de planificación familiar nada ha vuelto a ser lo mismo. La enorme proliferación de los métodos anticonceptivos ha tenido un efecto brutal en hombres y mujeres y ha conducido a un gran cambio en los valores morales», dice la actriz y modelo, famosa por sus apariciones en portadas de revistas norteamericanas.
 
«Como yo he vivido la sexualidad femenina durante este periodo revolucionario, sé cómo ha afectado a América, para bien o para mal», añade.
 
Y, a su juicio, la píldora anticonceptiva y la «supuesta liberación sexual» están cerca de destrozar la sociedad americana. Dice la actriz que, si bien antes empezar a tomar la píldora era una decisión drástica y muy meditada, hoy es el pan nuestro de cada día en las mujeres americanas.
 
«Un significativo efecto de la píldora en la actitud sexual femenina fue: “Ahora podemos tener sexo cuando queramos sin consecuencias. ¡Bien, divirtámonos!”. Y parece que ya nadie es capaz de rechazar el sexo o de comprometerse con una persona», lamenta Welch.
 
Lejos de considerarse un modelo a seguir, la actriz norteamericana se avergüenza de haberse casado cuatro veces, pero reconoce que, si «hubiera tenido una actitud diferente hacia el sexo, la concepción y la responsabilidad», su vida habría sido muy diferente; en concreto, sin los dos hijos que son, para ella, «una constante bendición».
 
«Me quedé embarazada por primera vez a los 19 años y, aunque estaba casada con el padre del bebé, no me sentía preparada para ser madre. Tendría que apartar mis ambiciones laborales, pero la decisión no era sólo mía. Aunque siempre había querido tener hijos con Jim [Welch], no estaba muy segura de cómo iba a reaccionar él, porque éramos dos recién casados de 19 años luchando por sus metas». Pero Jim Welch fue determinante: quería tener a su hijo. «Siempre lo amaré por cómo reaccionó en ese momento de nuestras vidas», recuerda la actriz.
 
Aunque su matrimonio sólo duró seis años, Jim y Raquel tuvieron dos hijos que les unen de por vida. «Ser consciente de eso asusta, porque, pase lo que pase, estarás unida a esa persona de alguna manera, eso es innegable», reconoce la actriz, que considera el matrimonio como «el pilar de la civilización, una institución esencial que estabiliza la sociedad, se convierte en un santuario para el crecimiento de los niños y aparta de la anarquía a los adultos».
 
Por eso lamenta que la «liberación sexual» haya eliminado la prudencia y el discernimiento a la hora de elegir pareja sexual. «Antes eso equivalía a elegir pareja para la vida, ya que podía ser el padre de tus hijos. Ahora -sin compromisos- la confianza y la lealtad en las parejas de edad fértil se han perdido y eso, irremediablemente, conduce a la infidelidad».