«Es una imagen que evoca sufrimiento y redención»: son palabras de Cherie Blair, la mujer del ex primer ministro británico Tony Blair, que ha sido una de las últimas personas en ver la Sábana Santa antes de su ocultación definitiva, tras seis semanas de exposición.

El éxito de asistencia ha sido absoluto. Han visto la reliquia de la Pasión 2.113.128 personas, en su abrumadora mayoría italianos, pero con una importante representación francesa (20,59% de los extranjeros), alemana (10,70%) y polaca (8,17%). No ha faltado rincón del mundo con algún representante arrodillado en la catedral de Turín para venerar el lienzo que envolvió el cuerpo de Cristo antes de su Resurrección. Benedicto XVI lo hizo el 2 de mayo, y numerosas personalidades lo han hecho también, aunque en general de una forma discreta.

Durante la homilía de la misa que precedió a la ocultación de la Sábana Santa, el arzobispo de Turín, Severino Poletto, proclamó que «el Señor Jesús de quien nos habla la Sindone nos deja en el corazón la certeza de que debemos tener fe, porque Él nos precede siempre y en todas partes», en referencia sobre todo al dolor y los padecimientos de la vida.


¿Sería posible una ostensión permanente de la Sábana Santa? Horas antes el mismo cardenal Poletto lo descartaba: «Sólo una exposición de cuando en cuando suscita interés, y la percepción de vivir un acontecimiento extraordinario.» Pero hay una segunda razón técnica, que explicitaba también monseñor Giuseppe Ghiberti, presidente de la comisión diocesana encargada de su custodia: «Podría arruinarse. Si perdemos el contraste entre el color de la tela y el color de la imagen, perdemos la Sindone».

De hecho, la única polémica que ha suscitado la ostensión de 2010 es la iluminación de la tela, no porque pueda perjudicarla en sí misma, sino porque según algunos expertos le quitaba cierta naturalidad al color.

Habrá que esperar, pues, a una nueva exposición que suscitará, como en los dos últimos meses, una gran expectación mundial y, lo que es más importante y señalaba también el sábado el cardenal Poletto, un fruto espiritual: «Ha impulsado la fe en un tiempo de desviaciones y niebla espiritual.»