El viaje apostólico del Papa Benedicto XVI a Portugal, vive sus momentos centrales entre la tarde de ayer martes y la jornada de hoy, solemnidad de la Virgen de Fátima.  
 
Anoche, después de la bendición de las antorchas durante la Vigilia mariana, el Papa introdujo los misterios del rosario con un mensaje de fuerte contenido evangelizador.

«Todos juntos, con la vela encendida en la mano, semejáis un mar de luz en torno a esta sencilla capilla, levantada con amor para honrar a la Madre de Dios y Madre nuestra, a la que los pastorcillos vieron volver de la tierra al cielo como una estela de luz. Sin embargo, ni ella ni nosotros tenemos luz propia: la recibimos de Jesús», dijo el Santo Padre ante una multitud de peregrinos.  
 
Y advirtió: «En nuestro tiempo, cuando en extensas regiones de la tierra la fe corre el riesgo de apagarse como una llama que se extingue, la prioridad más importante de todas es hacer a Dios presente en este mundo y facilitar a los hombres el acceso a Dios».  
 
No se trata, sin embargo, de proclamar a «un dios cualquiera, sino al Dios que ha hablado en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor hasta el extremo en Cristo crucificado y resucitado», precisó.  

El «No tengáis miedo» que exclamó el recién electo pontífice Juan Pablo II desde la Plaza de San Pedro al mundo, se hizo de alguna manera de nuevo presente ayer en el santuario de Fátima.

«No tengáis miedo de hablar de Dios y de mostrar sin complejos los signos de la fe, haciendo resplandecer a los ojos de vuestros contemporáneos la luz de Cristo que, como canta la Iglesia en la noche de la Vigilia Pascual, engendra a la humanidad como familia de Dios». E indicó el impresionante testimonio de los pastorcillos, tres niños que «se rindieron a la fuerza interior que los había invadido en las apariciones del Ángel y de la Madre del cielo».  
 
«Aquí, donde tantas veces se nos ha pedido que recemos el Rosario –subrayó el Papa-, dejémonos atraer por los misterios de Cristo, los misterios del Rosario de María».  
 
Y arropado por el afecto de todos los fieles, el Papa confió a María «las preocupaciones y las esperanzas de nuestro tiempo y los sufrimientos de la humanidad herida, los problemas del mundo», y las familias de los pueblos, cristianas o no, para que vivan en paz «hasta que todas formen un solo Pueblo de Dios».

Hoy, tercera jornada de su viaje apostólico, Benedicto XVI presidirá en la explanada del santuario la santa misa en presencia de los obispos de Portugal, numerosos prelados europeos y los más altos cargos del país.

La eucaristía se celebrará en el décimo aniversario de la beatificación de Francisco y Jacinta y en el quinto aniversario de la muerte de Lucía.