Entrevistado el 21 de marzo por el diario italiano La Repubblica, el cardenal Georges Cottier denunció la «ligereza» con la que estos casos fueron tratados en el país. «Estos crímenes se encubrieron con el silencio de los obispos que debían haber controlado, pero que, quizás por miedo al escándalo, prefirieron guardar silencio, o como máximo desplazar a los sacerdotes acusados de acoso a otras parroquias -lamentó-. Se equivocaron».
 
«Desgraciadamente, hubo demasiada ligereza -afirmó-. Y podría ser que algunos, también, esperaran que ciertas patologías, como la pedofilia, pudieran curarse». «Errores muy graves que causaron daños tan graves a niños inocentes, muchos de los cuales han quedado marcados para toda la vida», «no deben suceder nunca más», dijo.
 
Quien fuera teólogo de la Casa Pontificia, también evocó la carta de Benedicto XVI como un verdadero «paso adelante en la lucha contra un mal atroz infiltrado en la Iglesia y en la sociedad». El Papa «ha escrito un texto importante, exhaustivo, muy profundo», opinó, una carta «que servirá verdaderamente para combatir el mal tan abominable que es el de la pedofilia y la violencia sexual contra los menores».
 
Pero si bien esta carta ha sido escrita a los católicos irlandeses, no por ello deja de dirigirse «a toda la Iglesia entera y a todos los hombres de buena voluntad», a los que el Papa exhorta «a colaborar para que estos casos tan graves no se repitan nunca más en el futuro». En la carta, Benedicto XVI «ha mostrado su coraje, su sensibilidad pastoral, pero sobre todo su atención a las víctimas y una firme condena», añadió el cardenal Cottier.
 
El teólogo emérito de la Casa Pontificia se refirió a los «aspectos» de la carta «que hacen reflexionar». Destacó «el nivel espiritual y la importancia de la misericordia que impregna todo el texto». «El Papa se dirige como un padre a todos los cristianos, habla a las víctimas, a los padres, a las familias, pero también a los responsables de estos actos obscenos, invitándoles con firmeza a pedir perdón por el mal realizado, a someterse a la justicia civil y a hacer penitencia».
 
Benedicto XVI también realiza «un buen análisis de los grandes cambios sociales que han causado tanto dolor estos últimos años». No deja de «invitar a todo el cuerpo de la Iglesia a volver a reflexionar sobre la vida apostólica y sacerdotal», destacó el cardenal. Y, afirmó, «es una llamada destinada no sólo a estos hombres de Iglesia que han actuado mal, sino a todos los que cometen esos abusos de los menores en la sociedad, en las familias o en viajes turísticos con fines sexuales».