Adnane Mokrani, tunecino y profesor de Islamística y Lengua Árabe en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma intenta dar respuesta a la pregunta acerca del  sentido de la violencia indiscriminada yihadista que mata civiles en grandes cantidades en aeropuertos, salas de fiesta, mercados y calles.

¿Cuál es el objetivo de estas matanzas? 

Mokrani, que también es profesor del Instituto Pontificio de Estudios Árabes e Islámicos (Pisai) explicó en una entrevista en Radio Vaticano que el objetivo es “crear una polarización” entre los musulmanes y el resto del mundo.

Las matanzas pretenden, según el estudioso, que la gente  identifique "musulmán" y "terrorista": que en cada musulmán vean un terrorista potencial. Ese es el objetivo de Daesh/Estado Islámico.

Él pide no caer en el juego de la polarización que pretenden Estado Islámico y los yihadistas, con su odio y pánico, porque eso aumentará los riesgos, creará más frustración y un clima aún más favorable al terrorismo.




Mokrani señala que en esta “ideología criminal encontramos una total ausencia del sentido de lo sagrado”.

Pone como ejemplos las matanzas provocadas en Estambul y Bagdad: era la vigilia del final del Ramadán y con sus bombas quemaron vivos, en un mercado, a niños y a familias iban  a comprar vestidos nuevos para la fiesta.

Otro ejemplo de su voluntad profanadora son los ataques en lugares tan sagrados para el Islam como la mezquita de Mahoma en Medina.


Los terroristas que cometieron los atentados son muy parecidos entre ellos, señala, porque “son personas con un pasado de delincuencia, criminales que pasaron por la cárcel. Personas que nutren un cierto odio hacia la sociedad a causa de sus fracasos personales”.

El profesor universitario asevera, además, que en el mundo islámico hay un gran debate sobre la causa de este fundamentalismo e ideología, y sobre qué respuesta dar, desde el punto de vista espiritual, humano y democrático.

En Europa le parece que sería eficaz dar formación a los imanes para que puedan preparar a personas capaces de guiar a los jóvenes, hablar con ellos y así disminuir el peligro de que surjan radicales de entre ellos.

En este clima, Mokrani cree que el diálogo interreligioso tiene la obligación de comprometerse más para crear resistencia al mal y a la violencia.

Mokrani alaba el papel del Papa, que no reacciona con emociones sino con espiritualidad. Y asegura que así “es un ejemplo a seguir, no solamente para los cristianos, sino también para los musulmanes”.