Erik Varden, noruego de 45 años, hasta ahora abad del monasterio cisterciense de Mount Saint Bernard, en Inglaterra, acaba de ser designado como obispo de Trondheim, Noruega, la antigua capital del rey vikingo San Olaf. Trondheim llevaba los últimos años sin obispo, administrada desde Oslo, ya que el obispo anterior, un misionero alemán del Sagrado Corazón, se retiró y luego fue acusado de abusos sexuales. Murió en 2015 negando los abusos, aunque la jerarquía noruega los dio por probados.

Así, Varden hereda una diócesis herida, de 5 parroquias (San Olaf, Sagrado Corazón, Santa Sunniva, San Agustín de Nidaros, Nuestra Señora de Alesund y San Torfinn) y unos 13.000 católicos, cuatro veces más que hace apenas 15 años, inmigrantes en su mayoría.

Trondheim fue capital de Noruega hace unos mil años, en época de San Olaf; en enero oscila entre los cero grados y los diez bajo cero

Adolescente ateo, la música de Mahler lo transformó

Erik Varden nació en una familia noruega de origen luterano, como casi todo el país. Su abuelo era pastor protestante y seguidor de una corriente muy rigorista mientras que sus padres eran agnósticos. Se crió sin religiosidad, agnóstico, y luego ateo adolescente, hostil a la fe, según explicó en el semanario Credere. Sólo conocía una persona creyente, su abuela, a la que veía 2 veces al año.

“Buscaba con urgencia un significado para mi vida mientras estaba inmerso en un ateísmo agresivo típico de la adolescencia”, recuerda Erik Varden. Y lo hacía en la literatura y en la música,

Tenía 15 años cuando escuchó la Segunda Sinfonía de Gustav Mahler que trata sobre la Resurrección. Estaba solo en casa. “Un amigo de mi hermana me había aconsejado esta sinfonía en particular que, en su último movimiento, comienza con la evocación de un caos primario mientras que, gradualmente, se impone un ritmo”.

El coro pronunciaba palabras poderosas: “No naciste en vano”. “No has sufrido en vano”. “Te levantarás y vivirás”. La música de Mahler, un judío converso al catolicismo, hombre de gran espiritualidad, atravesó a Erik como un rayo. 

“Fue como si mi corazón de repente se abriera a una certeza casi instintiva de que Dios realmente existe. Era algo que me superaba. Una nueva conciencia. Un momento de despertar. Una herida en el corazón”, recuerda. 

Cuando la música terminó –agrega- “quedé paralizado”.  Pensó que sería mejor pensar sobre aquel increíble momento a la mañana siguiente y si lo que había sentido se difuminaba. Pero la certeza se mantuvo. Y decidió lanzarse a explorar la fe.

Poder hablar con cristianos 

Estudió secundaria en Gales, en el colegio Atlanti. Allí, por primera vez Erik se dio cuenta de que podía hablar de religión porque algunos de sus compañeros eran creyentes. Empezó a asistir a una iglesia anglicana cada domingo.

También descubrió una especie de puerta en el tiempo: ¡los monasterios cristianos de los que había leído en las novelas aún existían! Erik Varden decidió hacer un retiro de una semana en el monasterio cisterciense de la Isla de Caldey, y supuso para su vida de un punto de no retorno. Él mismo explica que “allí encontré un tipo de vida que correspondía a mi vocación y decidí convertirme en católico”.

Erik, el día en que tomó posesión como abad de este histórico monasterio

Fue mientras estudiaba en la Universidad de Cambridge y obtenía un título de Teología cuando pasó a formar parte oficialmente de la Iglesia Católica, aunque esto ocurrió durante una celebración en Austria, en el monasterio de Klosterneburg, donde vivía un amigo suyo.

La abadía de Mount Saint Bernard no estaba lejos de la universidad en la que Erik empezó a trabajar. Ingresó en el noviciado en 2002. Se ordenó sacerdote y en Roma estudió en el Pontificio Instituto Oriental y en la Universidad San Anselmo, en las que estudio teología monástica, siríaco y canto gregoriano. De vuelta a Inglaterra, a los 41 años de edad fue elegido abad en Mount Saint Bernard.

En Trondheim están orgullosos de su historia. La ciudad fue capital de Noruega en la época del rey converso San Olaf (1015 a 1028), que fue quien cristianizó el país. Para ello prohibió la poligamia, la violación, el rapto de las mujeres y el abandono de bebés. Sus restos descansan en la impresionante catedral medieval de Nidaros, que hoy es propiedad de la Iglesia Luterana de Noruega. Recientemente, la Iglesia Luterana deja a los católicos realizar algunas ceremonias en el hermoso templo medieval.

La catedral de Nidaros está, desde la Reforma Protestante del siglo XVI, ocupada por los luteranos de la Iglesia nacional del país; recientemente la prestan a la comunidad católica para algunas ceremonias

Noruega tiene hoy unos 100.000 católicos, aunque puede que sean más, si bien muchos serían inmigrantes tibios en la fe. Hubo un conflicto en 2015 cuando el Estado acusó a la Iglesia católica del país de declarar como católicos (contabilizaban a unos 140.000) a muchos inmigrantes simplemente basándose en los apellidos (polacos, portugueses) o su lugar de origen, sin una notificación expresa de ellos. 

San Olaf trajo 4 obispos de Inglaterra para ayudarle. Ahora, mil años después, vuelve a llegar un obispo de Inglaterra a Noruega.

Ceremonia católica en la catedral de Nidaros

El obispo de Oslo -que lleva unos años al frente de Trondheim- anuncia la designación del nuevo obispo que llegara de Inglaterra