En el día de Pentecostés cualquier fiel católico puede obtener indulgencia plenaria para él mismo o para un difunto si comulga, se confiesa, reza el himno Veni Creator Spiritus y además ora (por lo menos un padrenuestro y una avemaría) por las intenciones del Papa. En realidad, la comunión, confesión y oración se pueden hacer unos días antes o después de esta fecha señalada.

La indulgencia plenaria ayuda a los ya difuntos a completar su paso de purificación por el Purgatorio y entrar en el Cielo.

Sólo puede ganarse una vez al día (salvo en peligro de muerte inminente).

Al confesarse, es importante que el penitente excluya "todo afecto a cualquier pecado, incluso venial (Cf. Manual de indulgencias, normas 6-7)"

“Las tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra prescrita: pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día que se cumple la obra” (Ibid. 8).

“Con una sola confesión sacramental pueden ganarse varias indulgencias plenarias; en cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Sumo Pontífice, sólo se gana una indulgencia plenaria” (Ibid. 9).

El Veni Creator Spiritus es un himno del s.IX, probablemente escrito por el erudito benedictino alemán Rábano Mauro.

Letra del himno en latín

Veni Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti, pectora.

Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
Fons vivus, ignis, caritas,
Et spiritalis unctio.

Tu septiformis munere,
Digitus Paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.

Accende lumen sensibus,
Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis,
Virtute firmans perpeti.

Hostem repellas longius,
Pacemque dones protinus;
Ductore sic te praevio,
Vitemus omne noxium.

Per te sciamus da Patrem
Noscamus atque Filium;
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.

Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito
In saecula saeculorum.

Traducción al español

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.

Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios
los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne.

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.

 Una versión en español rimada de este himno