El informe, enviado en 2005 a los 257 senadores en activo, es un compendio de más de doscientos estudios, artículos e investigaciones científicas elaboradas por psicólogos y psicopediatras de todo el mundo. Bajo el título «No es igual. Informe sobre el desarrollo infantil en parejas del mismo sexo», el documento pretende arrojar una visión de carácter netamente científico en un tema tan espinoso como éste.

La conclusión a la que se llega es sencilla: los niños criados por parejas de homosexuales tienen un desarrollo notablemente diferente, y en muchos caso perjudicial, respecto a aquellos que crecen en el seno de una familia tradicional. Algo que contradice los actuales informes en los que se apoyó el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero para dar el visto bueno a la ley que regula el «matrimonio» homosexual.

Y es que, según denuncia el coordinador del informe, Pablo Romeu, esos estudios presentan graves errores metodológicos «que los invalidan para obtener ningún tipo de conclusión». Errores del calado de realizar «una muestra demasiado pequeña, falta de aleatoriedad en la selección, grupos de control inadecuados o usar niños de edades muy tempranas sin realizar un seguimiento evolutivo», afirma Romeu.

De ahí que no sea extraño que los resultados difieran tanto de unos estudios a otros. Los cerca de doscientos presentados en este informe concluyen que los riesgos que conllevan para el menor este tipo de adopciones son suficientes para «evitar que se tomen medidas apresuradas con datos falsos y que ofrecen un punto de partida para el diálogo demasiado politizado», según afirma Romeu.
Unos riesgos que, al tratarse de menores, son especialmente alarmantes. Así, las patologías psicológicas que presentan estos niños redundan en una baja autoestima, estrés o trastornos de identidad sexual. Las relaciones interpersonales se convierten para los pequeños en todo un problema de futuro al sentir un alto grado de inseguridad respecto a su posible vida en pareja y la decisión de tener hijos.

Además, esa inestabilidad personal del niño puede verse reflejada en un rechazo del compañero o compañera del progenitor homosexual que asume el rol del sexo contrario. Esto es, la mujer que asume el rol masculino en una pareja de lesbianas o el hombre que se identifica con el papel de la madre en un «matrimonio » de gays. Así las cosas, y apoyándose en «la bibliografía más relevante que existe hasta la fecha», tanto la plataforma Hazteoir.org como el Instituto de Política Familiar y el Foro Español de la Familia - instituciones colaboradoras en la redacción del informe «No es lo mismo» - aportan datos sobre otros aspectos de la convivencia familiar en parejas del mismo sexo. Según datos oficiales de países europeos como Suecia, que permiten estas uniones, el índice de ruptura e infidelidad es mucho mayor que en parejas heterosexuales.

En el caso de Suecia las cifras son abrumadoras: el índice de ruptura en parejas homosexuales respecto de las heterosexuales es un 37 por ciento superior en los gays y un 200 por cien en las parejas de lesbianas. Una inestabilidad «inherente» a estas uniones, según Romeu, «que no es en absoluto beneficiosa para el menor». Algo que ha unido a la mayoría de la comunidad científica, salvo aquellos que secundaron la ley del Gobierno.