Joan Mas Autonell ha recogido en una crónica de Agencia Efe la experiencia de las empresas familiares que trabajan la madera de olivo en Tierra Santa, casi todas cristianas de lengua árabe de la ciudad de Belén y sus alrededores, que en este año de coronavirus ven peligrar su oficio y mantenimiento después de casi 12 meses sin peregrinos.

Efe recoge el testimonio de Firas Hawwash, que heredó de su abuelo el tallado de figuras religiosas con madera de olivo. Tras meses sin ventas, gastó sus ahorros y tuvo que prescindir de casi todos sus empleados. Sigue haciendo imágenes (el vídeo muestra ejemplos) esperando que vuelvan los peregrinos.

“No sé trabajar en nada más”, admite. Esculpe cruces, figuras de Jesús o la Virgen María, personajes del Pesebre o escenografías que representan la Última Cena o la Crucifixión. Las esculpe con una maquinilla eléctrica que modela ramas o troncos de olivo, árbol emblemático de Palestina con una madera de calidad. Es un trabajo artesano, de imágenes grandes, y puede vender algunas piezas por cientos o miles de dólares.

Han cerrado casi todos los talleres

El sector artesano de Beit Sahur, el más destacado de la provincia de Belén, alberga cientos de talleres y fábricas de madera de olivo. Son negocios familiares y pequeños, aunque antes del coronavirus empleaban a más de dos mil trabajadores en el tejido industrial local, una cifra alta en territorio palestino.

Resistieron a crisis económicas o a las intifadas, dos etapas de cruda violencia en el conflicto palestino-israelí a finales de los ochenta e inicios de los 2000, pero la COVID-19 generó un mayor desafío: el 90 % de talleres cerró, al menos de manera temporal, y pocos artesanos siguen trabajando, explica Joseph Kasis a la agencia de noticias española.

Siete de cada 10 vivían del turismo y los peregrinos

Kasis es un comercial de fábricas de recuerdos e imágenes religiosas. Antes de la pandemia atendía hasta a 20 autobuses en un día. Y en los últimos años había un flujo constante de peregrinos en Belén. Pero en marzo de 2020 Belén fue la primera zona en confinarse contra el coronavirus.

Según él, en torno al 70 % de la población de la Gobernación vivía del turismo o ámbitos relacionados. Era el principal motor económico de la región, pero ante la falta de previsiones de mejora inmediata, muchos se buscaron la vida en otros ámbitos, y parte de ellos comenzaron a trabajar en el sector de la construcción de Israel.

Precisamente en 2020, Beit Sahur también fue reconocida como Ciudad Artesanal Mundial por el Consejo Mundial de Artesanía, afiliado a la UNESCO, pero “no pudo sacar provecho de ello por el virus”, lamenta Kasis.

Intentan vender por Internet

Algunos, como los hermanos Majed e Ibrahim Odeh, que tienen una de las grandes fábricas del sector con doce empleados, mantienen el taller abierto tres días por semana. Aunque redujeron la producción, siguen esculpiendo distintas piezas de olivo, las almacenan a la espera de compradores y buscan abrir nichos de mercado por internet.

Hasta la pandemia, vendían en gran medida a tiendas locales y a mercaderes del extranjero que conocían, pero ahora buscan clientes directos por redes sociales o su página web, defendiendo el atractivo del olivo y la religión para los amantes de Tierra Santa que ahora no pueden visitarla. Odeh explica que por ahora la venta en Internet ofrece sólo pequeños beneficios. Esperan resistir hasta que vuelvan los peregrinos.

(Publicado en la web de la Fundación Tierra Santa)