Más de 500 yemenitas llegaron en abril como turistas a la isla Jeju, la mayor de Corea, y una vez allí se declararon refugiados que piden asilo, huyendo de la guerra en su país. El gobierno coreano no les deja salir de la isla (que no es pequeña, tiene casi 600.000 habitantes). 

Ahora, el Papa Francisco ha donado 10.000 dólares para ayudarles. La suma la llevó al obispo local, Pedro Kang U-il, el Nuncio apostólico en Corea, el arzobispo maltés Alfred Xuereb, que fue secretario de Benedicto XVI y luego del Papa Francisco hasta el pasado mes de marzo.

Xuereb se encontró con los refugiados, almorzó con ellos y celebró la misa en la catedral con el obispo diocesano. Yemen es un país completamente musulmán.

El nuncio Xuereb, con el obispo Kang, de Jeju, y los refugiados llegados del Yemen

Un debate sobre inmigración y asilo

La situación de los yemenitas, que entraron con un programa turístico, sin visado, pero luego se declararon solicitantes de asilo, ha causado un intenso debate sobre la inmigración en Corea del Sur.  

El obispo local escribió una carta pastoral en la cual define el rechazo de los emigrantes como “un crimen que afecta a las responsabilidades últimas de cada ser humano”. Según el Nuncio Xuereb, la visita a Jeju tiene una finalidad precisa: “Poner en práctica un deseo del Papa Francisco, que quiere apoyar a Mons. Kang. Lo obrado por este prelado está en perfecta armonía con las enseñanzas y con los documentos del Papa sobre los refugiados.

Antes de volver a Seúl, el arzobispo se detuvo en el "Parque de la Paz 3 de abril”, un lugar que conmemora a las víctimas de los enfrentamientos entre militares y civiles que sucedieron en los años entre 1948 y 1953, los años de la división ideológica interna dentro de Corea, recién liberada de la dominación japonesa.