Guta Oriental, situada al este de Damasco, sigue sitiada y sufriendo duros combates y bombardeos. Una vez más la población es la gran víctima de esta guerra y miles de personas ven peligrar su vida y no tienen apenas que comer, entre ellos muchos cristianos.

En contacto con los líderes cristianos de Damasco está el padre Andrzej Halemba, ecnargado de proyectos  en Oriente Próximo de la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), que en una entrevista con Tobias Lenhner arroja luz sobre lo que está ocurriendo en Guta y también sobre la situación de los cristianos que allí viven:


- En ACN mantenemos muy buenos y estrechos contactos con numerosos obispos de Damasco. Uno de ellos es la cabeza visible de la Iglesia greco-católica melquita, el Patriarca Joseph Absi. Caritas Siria trabaja allí y nos mantiene informados.

La población de Ghouta oriental está sitiada. ¡Y se trata de algunos miles de personas! Apenas tienen acceso a alimentos. No disponen de atención médica; muchos habitantes están heridos y necesitan ser operados. No hay corredores que ofrezcan la posibilidad de escapar. Una de las razones podría ser que los rebeldes consideran a la población civil como «escudos humanos». Por otra parte el Gobierno teme que a Damasco lleguen no solo refugiados civiles, sino también terroristas suicidas, que lleven el terror a la ciudad. Por todos lados reinan el miedo y el terror.




- Ghouta oriental se encuentra situada tan solo a poco más de cuatro kilómetros del centro de la ciudad. Desde allí, los grupos de rebeldes tienen una buena visión de la ciudad. Entre ellos se encuentran también tropas cercanas a Al Qaeda. Al sur de Damasco siguen encontrándose aún unidades del Estado Islámico. Por tanto no solo se debe hablar de la actuación de las tropas gubernamentales, sino que también hay que hablar de que los islamistas tienen el punto de mira puesto en la capital: con ataques terroristas dentro y disparando obuses desde el exterior. Muy afectado se encuentra también el barrio cristiano de Bab Tuma, que está situado en el extremo oriental de la ciudad vieja. Las partes beligerantes saben que cuando matan a niños, mueren jóvenes, se rompen familias y se destruyen sus casas, la opinión pública va a hablar de ellos. Y cuentan con eso; por eso atacan, entre otros, también al barrio cristiano.


- La situación es muy grave. Los obuses siguen cayendo sin disminuir. Los cristianos sufren una angustia mortal. Hablé recientemente con una religiosa, que me dijo que ella y sus hermanas no pueden ni siquiera abandonar el centro de la ciudad, para dirigirse a los barrios donde viven muchos cristianos y refugiados de Ghouta oriental, porque es muy peligroso. Los convoyes que debían llevar ayuda a Damasco fueron detenidos. ¡Es una situación horrible!
 

- En la guerra, lo primero que muere es la verdad. Las dos partes son injustas; las dos partes cometen crímenes. Las dos partes son culpables; las dos partes se han cobrado innumerables víctimas. En Siria han muerto o han resultado heridas, en los siete años de la guerra, más de un millón de personas. Y esas heridas no solo afectan al cuerpo, sino también al alma. ¡Tantas personas están traumatizadas! Se necesitarán decenios para curar esas heridas. Y la responsabilidad es de todas las partes beligerantes.


El padre Halemba (derecha) en uno de sus viajes a Siria


- Era urgente que la población en Ghouta oriental recibiera alimentos y atención médica; pero no se debe olvidar tampoco a los cientos de miles de refugiados que han encontrado cobijo en Damasco. Muchos han perdido a familiares, muchos han quedado heridos gravemente. Todos han perdido su futuro. Por ello, para ACN es muy importante que se reciban a esos refugiados en el propio país. Queremos atenderles pastoral y económicamente para que, por ejemplo, puedan ser atendidos en hospitales. ¡Tenemos que ofrecer nuestra caridad a esas personas que tanto han sufrido!


- En condición de fundación cristiana, ACN se ocupa de todas las personas que son víctimas de esta guerra y que sufren necesidad. Para ello, en Damasco colaboramos también con otras organizaciones, por lo que podemos recurrir a redes ya existentes. Nuestra ayuda no excluye a nadie. Esto es válido también para musulmanes, que sufren por la guerra igual que los cristianos. La caridad cristiana no conoce fronteras ni pregunta por la religión. En el rostro de cada persona que sufre se reconoce el rostro de Jesucristo. Y ese rostro herido es el que nos mira en Ghouta oriental y Damasco… y nos pide una respuesta por ese indecible sufrimiento.