El obispo Paul Hinder, vicario apostólico de Arabia del Sur y Yemen, con sede en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), ha recogido en un libro su experiencia de doce años de apostolado en países musulmanes. Se titula Als Bischof in Arabien. Enfahrungen mit dem Islam [Obispo en Arabia. Experiencia con el islam], y lo ha escrito en alemán, pues él es un capuchino suizo de 74 años con esa lengua materna.

Llegó en 2003 como obispo auxiliar y dos años después fue designado para la sede que ahora ocupa, y que administra un territorio de 3 millones de kilómetros cuadrados (seis veces España) con 2,5 millones de católicos, en su inmensa mayoría extranjeros. Una comunidad católica en aumento a medida que el desarrollo económico de la zona va atrayendo nuevos trabajadores inmigrantes.

El libro está dedicado a las cuatro religiosas de la Madre Teresa (Misioneras de la Caridad) asesinadas en Aden (Yemen) el pasado 4 de marzo.



En los Emiratos y en el sultanato de Omán existe libertad religiosa, explica monseñor Hinder a Cath.ch, pero con severas restricciones. No se puede celebrar misa en cualquier lugar, y por ejemplo solo hay ocho parroquias en los siete pequeños estados de los Emiratos, para un millón de católicos. Un primer problema, por tanto, es encontrar un lugar para el culto y el apostolado.

Las iglesias no pueden tener cruces ni campanas, y "si alguien se comporta de forma inapropiada, por ejemplo distribuyendo Biblias o intentando convertir a los musulmanes, es expulsado inmediatamente del país".


Dos imágenes que expresan bien la realidad de la Iglesia en Emiratos: arriba, la iglesia de Santa María en Al Ain, sin cruces ni campanas; abajo, monseñor Hinder con la autoridad civil que la inauguró, ante una feligresía compuesta por trabajadores de Pakistán, la India, Ceilán (Sri Lanka) y Filipinas.


Interrogado por la creciente presencia mahometana en Europa, monseñor Hinder (a quien suele conocerse como el obispo de Arabia) señala que "el problema no es la fuerza del islam, sino la debilidad del cristianismo en Europa", e invita a los europeos a pensar en sus raíces cristianas: "Ese patrimonio no está esculpido en granito de una vez parda siempre, ¡puede evaporarse!". Y se pregunta cómo pueden sostenerse virtudes como la solidaridad o el rechazo a la violencia, que son de raíz cristiana, si no se mantiene la religión cristiana que las inspiró.

"Puedes mantener un terreno baldío durante un cierto tiempo. Pero llega un momento en el que, si no lo cultivas, crece en él el bosque... Cuidar de las propias raíces y del propio patrimonio significa, por ejemplo, transmitir conocimientos sobre la Biblia y sobre el cristianismo", concluye el obispo de Arabia.