Giulio Albanese, es un sacerdote misionero comboniano (la orden fundada por San Daniel Comboni para evangelizar África y que nació en el Sudán musulmán) y también es un periodista que ha dirigido medios de comunicación y revistas de las Pontificias Obras Misioneras, además de profesor en la Universidad Gregoriana.

En una entrevista con Sergio Mora de la agencia Zenit explica su convicción de que los yihadistas de ISIS son eficaces, sobre todo, en reclutar a personas que ya eran violentas. En su opinión, es importante contrarrestar el fanatismo para evitar que se extienda, y a eso ayuda la educación.


- El escenario es extremamente complejo y por lo tanto no hay que generalizar. Cada contexto nacional tiene sus trazos fisionómicos. Una cosa es hablar del atentado en el restaurante de Dacca, hecho por jóvenes ‘bien’ que habían estudiado en buenas universidades de Bangladesh. Otra cosa es hablar de un terrorista como el del camión de Niza, que pertenecía a un estrato social bajo, además de ser extranjero porque nació en Túnez.


–Padre Albanese: En las motivaciones se registra un malestar como común denominador, un odio evidente hacia la cultura occidental. Por otro lado hay que tener presente que el ISIS ha creado un sistema de ‘franquicias’ que da visibilidad a formaciones que existían antes del ISIS o de Al-Qaeda, y que un modo u otro hacen referencia a un esquema político que les da notoriedad.


- Tenemos que evitar entrar en la lógica del choque de civilizaciones. Considerar a estos personajes hombres de Dios es una blasfemia. En el libro que he publicado hace dos meses, “Víctimas y verdugos en el nombre de dios”,  dios está con minúscula porque no se puede asesinar en nombre de Dios.

»Lo importante es evitar que haya este cortocircuito que sería devastador para Oriente y Occidente, porque ellos quieren justamente el choque de civilizaciones. Es curioso que Occidente descubra las propias raíces cristianas porque está el ISIS que se lo recuerda. Es increíble, en una Europa laicista que rechazó el concepto de raíces cristianas como un axioma propuesto por Juan Pablo II.


- La gran mayoría de estos países son teocráticos y el desafío es ayudar a los intelectuales, a las personas que logran ver lejos, de que esos ámbitos van divididos. En el pasado existieron y Occidente los olvidó y son errores que se pagan. No hemos invertido para ayudar a crecer a la sociedad civil del mundo islámico, no hemos financiado ni universidades ni institutos, en cambio hemos vendido armas de aquí y de allá.


- Debemos tener también honestidad intelectual. Y si bien tengo una gran admiración por la cultura francesa, considero que ellos deberían interrogarse sobre el odio que existe hacia los franceses en las ex colonias.
Además, la globalización de los mercados sin reglas generó desastres. Si no nos metemos en la cabeza que es necesario también afirmar la globalización de los derechos, esto se transforma en un boomerang. Y aquí entra la Laudato si’ y el magisterio de los Papas. El desafío es cultural antes que político, social o económico.


- Y aquí la Iglesia y nuestras comunidades tienen una responsabilidad enorme, como agencias educativas, quizás nunca como hoy tenemos el sacrosanto derecho y deber de mover las conciencias. Me gusta mucho la atención del papa Francisco a la formación de las conciencias partiendo de las familias. Occidente tiene que entender que no es solamente una crisis mercantil, sino principalmente antropológica. Hay que entender que es necesario poner en el centro a la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios.