Nació hace 65 años en Alepo (Siria) donde reside, y desde su adolescencia se acostumbró a tener a mano un rosario. Es el hermano Marista Georges Sabe quien así lo contaba hace unos días en una entrevista telefónica para el programa La Linterna de la emisora española de radio Cope. Breve, pero valioso registro de lo que implica dar testimonio de la fe, siendo uno de los pocos servidores de la Iglesia que permanece en esa zona de conflicto y cuyo testimonio ha recuperado Portaluz.


 
Georges aprendió español en Lérida (España) donde hizo su noviciado en el Monasterio Marista de Las Avellanas, pero también usa habitualmente árabe y francés, sus lenguas maternas. Su voz es vital, alegre, ríe a menudo, expresando gran sentido del humor y ganas de vivir. Lo de llevar un rosario a la mano, en el bolsillo, le permite rezar, dice, pensar en los demás y estar en comunión con sus hermanos Maristas de todo el mundo.
 
En su familia, católicos de rito maronita, eran cinco hermanos varones y una mujer. Ya han fallecido dos. Uno de ellos víctima de las guerras que por años llevan soportando los habitantes de Siria. Hoy, comenta hermano Georges, la muerte y la violencia son tan cercanas que ya no se dan cuenta de lo duro que es. “Puede estallar un mortero dos calles más allá, pero la vida sigue”.
 
A este hermano Marista le gusta caminar, aunque el paisaje esté plagado de ruinas y en algunos sectores de la ciudad pueda correr riesgo de toparse con milicianos rebeldes. También disfruta leer y jugar al trick track –un juego de mesa parecido al backgammon- con amigos de la comunidad abierta donde reside junto a seglares consagrados y otro hermano marista.
 
Luego de terminar la formación en España, retornó a Siria para empezar su apostolado en un colegio católico. Desde 1986 colabora además en un proyecto llamado “L'Oreille de Dieu” (“La Oreja de Dios”) que acompaña y promueve a familias muy desfavorecidas. Esto, pues aunque el número de católicos ha disminuido enormemente en Alepo, son cientos quienes continúan allí, atrapados en medio de un conflicto, necesitando protección, acompañamiento, consuelo, ayuda…
 

Bueno, hace un clima parecido al que hay en estos días en Madrid con un aire fresco. No se oyen bombas, la ciudad está tranquila de este lado y estoy oyendo también unas bombas de agua que están sacando agua para dar a las casas, porque ya saben ustedes que tenemos un problema de corte de agua desde hace mucho en la ciudad. Hay pozos que se han hecho en la misma ciudad –más o menos ciento cincuenta- y de ahí se saca el agua para distribuir a las familias. Estoy viendo ahora una camioneta que está llenando un gran recipiente con agua para ir a distribuir. La vida está tranquila hoy. Esta mañana por ejemplo, en casa hemos recibido a los padres de los niños ya que hemos acabado el año escolar y estamos escribiendo el boletín de final de año.
 

No, me encuentro en la comunidad. Allá en la comunidad donde estamos con la obra era un barrio tranquilo pero desde hace un mes está recibiendo bombas y ataques de mortero.
 

Les voy a explicar… los cristianos vivimos en la parte occidental de la ciudad, que está bajo control del gobierno. Desde julio 2012 la ciudad está dividida lamentablemente en dos partes… la otra, donde están los rebeldes, no hay cristianos…Todos estamos acá en la parte oeste de la ciudad. A muchos de esos barrios cristianos ya no te puedes acercar porque son ‘calientes’… están en el sector que separa la parte oriental y occidental de la ciudad. Muchas familias han recibido impactos de mortero o bien han perdido a uno de sus familiares; muchos han dejado la ciudad huyendo al Líbano, Europa, Canadá o Australia. Aquí habían seis comunidades católicas y tres comunidades ortodoxas… bueno, de esas nueve catedrales nos quedan una o dos, las demás han recibido bombas y ya no se puede celebrar la misa en ellas. Pero en Alepo hay otras Iglesias donde podemos ir a celebrar.


 

Hemos celebrado Pascua. Sabéis que este año no coincidían las dos pascuas juntas… la Pascua católica se celebró en el mes de marzo pero la pascua ortodoxa se celebró el primero de mayo. Hay cinco semanas de diferencia. Hace dos semanas hemos celebrado también la Pentecostés para los católicos, es decir celebración en la iglesia con misa, comunión, todo.
 
El jueves del Corpus era una tradición hacer una pequeña procesión, pero este año creo que no va a ser posible por la situación. Pero sí vamos a celebrar la misa normalmente… Bueno, en este momento estoy escuchando bombardeos que puedo imaginar que serán a unos cuatro o cinco kilómetros del sitio donde estoy…


 

(El hermano Georges ríe) Les voy a explicar. En Francia nuestro santo padre fundador Marcelino Champagnat, en el tiempo que fundó los maristas, llevaban una sotana de color azul y, por accidente o no sé por qué razón, el día que empezó la guerra en la ciudad de Alepo, estábamos trabajando en un barrio al que ya no podemos llegar pues está ocupado por rebeldes y llevábamos unas camisetas azules también. Íbamos a dar un nombre a nuestra nueva acción de solidaridad con las personas desfavorecidas y me vino al espíritu esto de llamarnos los Maristas Azules… así que coincidía con nuestras raíces de Maristas y nuestra actualidad al servicio de los desposeídos, los desplazados de esta parte de la ciudad. Pero la esperanza también. No quiero olvidar la esperanza nunca. Aunque a veces sea muy difícil llevarla y tenerla.
 

Un abrazo a todos y sigamos llevando este testimonio de paz en cualquier punto del mundo, llevando a los demás este testimonio desde el amor de Dios. El padre Champagnat decía siempre que ‘no puedo ver a un niño sin decirle siempre cuánto Jesús y María lo quieren´. Nosotros también queremos seguir con ese carisma para que todos los creyentes, cristianos o musulmanes, sepan cuánto Dios les ama, aún en esta situación de guerra.
 
Puedes escuchar la entrevista difundida este 24 de mayo pulsando aquí.