En el programa de testimonios Tras las huellas del Nazareno, en EUKMamie.org, han presentado la historia de un sacerdote católico chino que cuenta cómo se ha desarrollado su vocación sacerdotal bajo la persecución y el control rígido que el Gobierno comunista intenta aplicar a las comunidades católicas.

La entrevista no revela ni el nombre ni el rostro del sacerdote para salvaguardar su seguridad y su ministerio.

Detuvieron a su obispo y sacerdotes
“Cuando yo era niño, en mi zona las persecuciones no eran muy fuertes. Podíamos aprender catequesis con algunas religiosas, y tener algún encuentro o una charla con el sacerdote. Los domingos podíamos asistir a la misa. Pero cuando ya fui un poco mayor, las persecuciones se hicieron más fuertes. El obispo fue llevado por el Estado a la cárcel, y también muchos sacerdotes de la diócesis”, explica.

Al crecer, se dio cuenta de la necesidad de sacerdotes que tenía el pueblo, e inspirado por los ejemplos del obispo y de otros sacerdotes entró en el seminario.

La esperanza en la vida eterna le da fuerza: “Si hoy sufrimos por Jesucristo, mañana nos tocará la vida eterna. La vida eterna no es una teoría y no es una cosa lejana. Sencillamente, es una cosa del mañana. Esta es nuestra fe”.

La Iglesia clandestina y la oficial del Estado
Explica la división de la Iglesia Católica en China, entre las comunidades y el clero clandestinos, fieles a Roma, y los que están integrados en la Asociación patriótica, bajo control de las autoridades comunistas.

“Esta división vino en el año 1954. En aquel momento, el Estado de China quiso que toda la Iglesia fuese un instrumento del Gobierno y hubo algunos que, por las persecuciones, aceptaron sus condiciones. Pero hubo otra parte que no lo aceptó. Y por eso, hasta hoy en día, podemos decir, sencillamente, que hay una Iglesia oficial y otra Iglesia clandestina. Generalmente, entre estas partes no hay mucho contacto. Pero cuando tenemos contacto lo más importante es el respeto, rezar mutuamente, una parte por otra parte... También tenemos que entender que esta división no surge dentro de la Iglesia, sino por la fuerza del Estado. Así que, me parece que podemos mantener un mínimo respeto entre estas partes”.

El Estado detiene y “reeduca” al clero
“Algunos obispos y sacerdotes perseguidos, a veces, reciben una ‘reeducación’. Conozco a un obispo auxiliar que vivió en la cárcel unos diez años. Durante este tiempo no podía tener ningún contacto con los demás. Cuando salió de la cárcel, había cambiado mucho su pensamiento, incluso, a veces, muy en contra la Iglesia”.

Hay otras técnicas para debilitar a los obispos: por ejemplo, el Estado le nutre con informaciones y noticias falsas. O le impide contactar con católicos de verdad, sólo con satélites del pensamiento estatal. Así se logra la “reeducación”.

Nuestro protagonista cree que la situación hoy es ligeramente mejor para el católico de a pie que hace 20 años. Pero aún hoy, en muchas ocasiones, “si el gobierno descubre que en una casa se celebra la misa y se aprende la catequesis, también al dueño, a veces, le meten en la cárcel; o, a veces, este dueño debe pagar una multa”.


Católicos de Hong Kong -zona que por su régimen especial tiene más libertad- se manifiestan pidiendo la libertad de los obispos Su Zhimin y Shi Enxiang, desaparecidos en instalaciones gubernamentales

No es lo mismo estar detenido que encarcelado
Este sacerdote quiere detallar que “no todos los obispos y sacerdotes están en la cárcel, pero una parte de ellos sí. Cuando hablamos de la "cárcel" en China, es, verdaderamente, la cárcel. Allí trabajan mucho, a veces no hay comida suficiente y también hay otros sufrimientos. Pero aparte de la cárcel, también hay obispos y sacerdotes que están detenidos en casas. A veces, viven en un centro estatal y no pueden tener contacto con otros, no pueden visitar a sus familias... En este sentido, ellos no tienen libertad”.

¿Cuántos de los perseguidos abandonan su fe ante estas presiones? “Según mi experiencia, casi nadie”, explica este sacerdote. Citando a un compañero de su diócesis, afirma: “Lo más importante no es pedir al Señor que salgamos de esta situación, lo más importante es que pidamos las fuerzas para mantener nuestra fe".

Seminaristas repartidos en casas
Cuenta también cómo los seminaristas en una diócesis con persecución pueden repartirse en distintas casas.

“El seminario de esta diócesis está dividido en distintos lugares. En cada lugar se vive en una casa normal. A veces, no pueden salir de esta casa. Estudian allí, rezan allí, hacen un poquito de deporte allí, se come allí..., todo en un lugar. Para nosotros es un sufrimiento; pero, hasta hoy, la vida de este seminario todavía está muy viva. Hay muchos seminaristas. En este sentido, me parece que podemos decir que todavía hay mucha vida en la Iglesia perseguida”.

Es muy importante, asegura, la formación en la fe en casa y en la familia. “Yo conozco algunas diócesis perseguidas fuertemente. Por ejemplo, los católicos solo pueden asistir a la misa en las casas, los niños no pueden encontrar un sacerdote en cualquier momento para asistir a la misa, para confesarse… Y, por eso, la educación en la fe, especialmente, es un deber de sus padres, del ambiente familiar. Así, los métodos para mantener nuestra fe son, por ejemplo, las costumbres buenas de que cada día, en la familia, recen juntos. En estas familias, los padres educan la fe de sus niños. También, cuando encuentran a un sacerdote, aprovechan para todo: asistir a la misa, confesarse, tener una charla espiritual…, todo”.

Las misas en las comunidades clandestinas se celebran en casas, donde apenas pueden reunirse 40 o 50 personas como mucho, y también escasean los sacerdotes en zonas rurales, por lo que es difícil poder comulgar o asistir a los sacramentos con frecuencia.

Los laicos son los que evangelizan
Debido a que el clero está muy vigilado y limitado, buena parte de la labor evangelizadora recae en los laicos.

“Hay algunos métodos concretos. Por ejemplo, en las vacaciones, se puede, para los niños, tener una convivencia o un campamento, no en nombre de la Iglesia. Allí se puede estudiar, por ejemplo, literatura, inglés, matemáticas. Además de estas cosas, también les enseñan algunas cosas sobre nuestra fe, sobre las cosas de la Iglesia. En este sentido, no solo invitamos a los niños católicos, sino que está abierto a todos los niños, también, por ejemplo, para los estudiantes y para los jóvenes. De esta manera, podemos tener campamentos en las montañas así… A veces no es solo evangelizar nuestra fe, sino que les enseñamos los valores verdaderos morales. A veces, por el buen ejemplo de los católicos, hay algunos paganos que se convierten a la Iglesia”.

Control sobre los móviles y reuniones vigiladas
El control del Estado implica también control sobre Internet y los móviles. “En el año 2007, yo me enteré de una noticia, que siete u ocho sacerdotes, después de la Navidad, querían tener un encuentro para consultar algunas cosas pastorales; pero solo por una llamada de estos sacerdotes, luego, cuando los sacerdotes llegaron allí, directamente, la policía llegó también, y se los llevaron a todos. No fueron directamente la cárcel, sino que están detenidos en un lugar”.

El Estado también impide el contacto directo con Roma y limita los contactos entre obispos. Aunque hay matices según la región: “Podemos decir que, al Norte, al lado de la capital, son más fuertes las persecuciones. Otra parte donde me parece que también es muy fuerte la persecución es en la provincia de Fujian [región frente a la isla de Taiwán, con unos 32 millones de habitantes y más prosperidad económica, nota de ReL]. En otros lugares, generalmente, tampoco hay libertad, pero las persecuciones no son tan fuertes”.

Testimonio cotidiano
En estas circunstancias, él propone a todos compartir la fe en la vida cotidiana. “Por ejemplo, la oración se puede hacer en las casas propias. Por ejemplo, podemos dar un testimonio moral en la vida ordinaria… De esta manera, se profesa nuestra fe”.

Otra ayuda para los cristianos chinos es su fuerte devoción mariana. “Por la cultura china, o por la costumbre de la Iglesia en China, tenemos muchísima devoción mariana. Siempre rezamos muchísimo a nuestra Madre, con mucha sencillez y con mucha confianza. Y me parece que, hoy en día, la Iglesia perseguida, si puede mantener la fe, es por la ayuda de la Virgen María”.

Sobre la situación de la fe en Occidente, comenta: “Me da un poco de pena que, a veces, en algunos países que tienen libertad, la gente no quiere entrar en la iglesia. Y en la situación contraria, en algunos países perseguidos, los católicos quieren entrar a la iglesia, pero no hay. Y, por eso, yo quiero decir a los que me escuchan: aprovechad esta libertad. También, con vuestra vida ordinaria, dad testimonio de nuestra fe. Y orad mucho por la Iglesia perseguida. También es muy importante manifestar nuestra fe en la vida ordinaria, que significa ser un ejemplo para otros”.