Es necesario hacer un slalom y estar atento para no pisar los sacos de arroz y los paquetes de bizcochos en el atrio de Cáritas Cebú para llegar hasta la oficina del director, el padre Sócrates Saldua.

El edificio está en el corazón de la ciudad vieja y a pasos de la histórica basílica del Santo Niño. "No tengo otro lugar- dice- para colocar las ayudas que llegaron y que están destinadas a las víctimas del último tifón, que sucedió una semana antes que yo llegara [15 diciembre 2014]. Aquí en Visayas (Filipinas centrales) las calamidades se suceden una detrás de otra."

Pasó 30 años formando seminaristas para dar nuevos curas a la arquidiócesis de Cebú, la segunda ciudad del país y cuna de la cristiandad filipina.

Luego, el año pasado en el día de S. Valentín, el nuevo obispo José Palma lo puso a cargo de Cáritas Cebú.

"Y estoy bien-dice- ya en el seminario había fundado el Manna Ministry of Cebu, una especie de Ong para actividades educativas, de desarrollo social en la cual hasta los seminaristas estaban involucrados. Por otro lado, en los últimos 15 años hemos ayudado a 50 jóvenes a licenciarse".


Una monja verbita (de la congregación del Verbo Divino) que me acompaña, me confía que "la Misa del p. Sócrates en la catedral es muy frecuentada, porque sus homilías son un concentrado rico en chistes y alusiones".

Me doy cuenta de hecho, apenas el discurso sale sobre la próxima visita del Papa a Filipinas. Nada irreverente, pero señala que las 7/8 horas efectivas en Leyte (y sólo en Leyte en Visayas) el 17 de enero parecen una escapadita respecto a los 4 días efectivos de la presencia del pontífice en Filipinas.

En otras palabras: si el Papa quiso venir a Filipinas fue ante todo para visitar a la victimas del supertifón Yolanda (del 8 de noviembre de 2013) y otras numerosas calamidades que regularmente azotan en Visayas. ¿Por qué lo retienen en Manila por 3 días sobre 4?, se pregunta el padre Sócrates.


Pasado el desahogo el director de Caritas, explica sus bueno motivos por su comentario: "Aquí está el corazón de los problemas, la presencia del papa reforzaría la fe de nuestra gente, haría sentir a la Iglesia aún más cercana, sería como un signo de reconocimiento a la generosidad de tantos que se movilizaron espontáneamente para las muchas emergencias".

Había 7 km de cola hacia el norte de la isla el 9 de noviembre de 2013, el día después del paso del tifón Yolanda: "Nadie les había pedido a ellos que se movieran. Partieron por su propia cuenta para traer ayuda a la poblaciones necesitadas", dice el p. Saldua.

También nosotros después de haber encontrado al director de la Caritas, nos dirigimo a la mañana temprano hacia la punta norte de la isla de Cebu, 3 horas de auto, para pasar luego a la pequeña isla de Bantayan con una hora y media de ferry.

Se atraca en Santa Fe y se procede hacia la localidad principal de Bantayan, que da el nombre a la isla de unos 150.000 habitantes. Las casas están sin techo y abandonadas aún después de tanto tiempo. Los árboles desarraigados y plantas de coco quebradas por la mitad.

Los obreros siguen trabajando sobre el techo del palacio municipal. Los misioneros verbitas han reconstruido una escuela y dieron una casa nueva a muchas familias y nuevos instrumentos de trabajo a muchas personas.

La isla de Bantayan fue la parte más azotada de la provincia de Cebu. Tuvo "sólo" 10 muertos el día del Yolanda, pero se destruyeron, además de las viviendas, las actividades productivas: las piletas para el cultivo de peces y crustáceos, la elaboración y sobre todo la desecación del pescado. La industria del pollo que producía millones de huevos al mes para toda la región.

Lo que más llama la atención es lo que se ve y se escucha en las Visayas, el compromiso para la reconstrucción, pero aún más el nivel de generosidad y solidaridad de las personas, familias, grupos, congregaciones religiosas, organizaciones gubernamentales y tantos otros.

"Quizás, ojalá el Papa para re-equilibrar los tiempos de su visita a Manila, pudiese llegar aquí a Batayan en helicóptero", hablando en broma con el párroco Alamillo.

"Estaríamos listos y contentos", nos dice. Se trata en realidad de una pequeña isla, pero mucho más significativa de lo que se podría pensar. La parroquia es del 1580, fundada por los monjes agustinos, la primera entre las islas de Cebu, Samar y Leyte.

La iglesia parroquial de los santos Pedro y Pablo, a la cual el tifón Yolanda le sacó literalmente el techo, fue completada en 1863, naturalmente en perfecto estilo español.

Los monumentos de Bantayan recuerdan las incursiones y las destrucciones de los piratas musulmanes del archipiélago meridional de Sulu en 1628 y 1711. El mismo nombre de Bantayan resale a aquel tiempo y en la lengua de Visayas significa "estar alerta".

El Papa Francisco encontrará en Manila, además de las autoridades, a los jóvenes, las familias y a los religiosos.

"Se lo podía invitar al menos por una vez a Visayas", susurran en Cebu. Pero quizás todo se explica con la posibilidad, esperan, que el Papa tenga en mente venir a la ciudad para el Congreso Eucarístico Internacional en enero de 2016, o por los 500 años de evangelización de Filipinas en 2021.