Sin documentos de identidad y con altas tasas de analfabetismo, los pigmeos de Burundi son marginados en un país donde son los más pobres entre los pobres.

Se trata del primer grupo étnico que pobló Burundi, pero  en la actualidad representa sólo el 1% de los más de 9 millones de habitantes, en su mayoría tutsis y hutus.

“Tienen mucho en común con los ´intocables´ de la India y los gitanos de Europa, viven aislados y despreciados por los demás, aunque ellos se han habituado y lo consideran normal” dice el padre Bernard Lesay, religioso de 82 años que vive en contacto con los pigmeos desde 1999.

El padre Bernard Lesay comenzó a colaborar con la organización "Acción Batwa", instituida por los Misioneros de África, con el objetivo de acompañar a este grupo étnico en las dificultades cotidianas y promover su integración. Luchan contra el rechazo social, el bajo nivel de escolaridad y la escasez de alimentos. 




Niños de Gitega reciben libros y cuadernos para sus clases

En la localidad de Carire, uno de los pueblos de la provincia de Gitega, la ONG católica española Manos Unidas (www.manosunidas.org) ha financiado 44 casas para los pigmeos.

Algunos de ellos conservan sus rasgos faciales peculiares y la baja estatura, muchos otros tienen la misma apariencia de los habitantes de Burundi, que a pesar del progreso, siguen marginando a este grupo y a atribuirles estereotipos negativos.

Debido a su estilo de vida nómada y su aislamiento, muchos pigmeos de Burundi no están registrados.

Otros, sin embargo, han sido capaces de mejorar sus condiciones de vida con la ayuda de organizaciones y congregaciones religiosas, como los Apóstoles del Buen Pastor y la Reina del Cenáculo, integrada por sacerdotes católicos que dirigen cerca de Gitega un internado con más de un centenar de alumnos y un centro de formación.

Aquí los jóvenes pigmeos interactuan con niños de otros grupos étnicos y aprenden las nociones básicas de carpintería, mecánica e industrial textil