El primer ministro de la India, Manmohan Sing, que gobierna sobre unos 1.250 millones de ciudadanos en una potencia mundial con armas nucleares, se disculpó este 12 de diciembre por la carga de policía del día anterior en las calles de Delhi cercanas al Parlamento, en la que con palos y cañones de agua sucia a presión los agentes golpearon a monjas, curas y manifestantes cristianos y de otras minorías que pedían respeto por los derechos de los dalia, despreciados por el sistema de castas hindú.

Aunque la policía había negado haber usado la fuerza, el primer ministro sí reconoció los excesos ante los obispos y líderes cristianos que fueron en persona a contarle lo sucedido.

La carga fue insólita e incluyó la detención del arzobispo católico de Delhi, Anil Couto, de otros 5 obispos católicos, de otros obispos protestantes y de hasta 300 líderes cristianos de diversas iglesias que marchaban juntos en la cabecera de la manifestación.

Los dalit son unos 27 millones de personas en la India, de los que dos tercios son ya cristianos de distintas denominaciones.

Las escenas de cañones de agua golpeando a sacerdotes con sotana blanca y cruces en sus manos, o de religiosas arrodilladas ante policías con largos palos, han dado una pésima imagen de la democracia india.



Por eso, en cuanto los obispos y clérigos detenidos fueron puestos en libertad, pidieron una audiencia con el primer ministro, que les recibió al día siguiente y se disculpó en persona ante ellos.

El secretario de la comisión para los dalit de la Conferencia Episcopal India, el padre Devasagayraj Zakarias, explicó que los líderes cristianos aceptaron las disculpas y expusieron sus reivindicaciones respecto a los derechos de los dalit.

“Hemos dejado clara nuestra postura y el primer ministro ha prometido intentar construir un consenso con nuestras peticiones”.

Zakarías, que fue uno de los sacerdotes golpeados por los cañones de agua, confirmó que efectivamente la policía llegó a golpear a religiosas.

Otras fuentes cristianas detallaron que en comisaría -la que está cerca del Parlamento, no un centro rural y precario- las detenidas (religiosas incluidas) fueron cacheadas y tocadas sólo por policías varones, entre bromas, sin recurrir a mujeres policía como establece el protocolo que se debe hacer en estos casos.