Rusia no es una esquina marginal del mundo: ocupa una sexta parte de la tierra emergida, cuenta con 143 millones de habitantes (aunque, como España, pierde población) y tiene vocación de poder mundial, no sólo regional.

El país que exportó ateísmo y laicismo durante 70 años y que ejecutó al menos a 140.000 ciudadanos por ser cristianos devotos o líderes religiosos en sus primeros 20 años de comunismo, ha decidido ahora multar en serio a quien cometa ofensas contra la sensibilidad religiosa de las personas.


La Federación Rusa es el país con más musulmanes de Europa: unos 14 millones, aunque muy poco devotos. Además, un 70% de habitantes se declaran cristianos ortodoxos (sólo entre 3 y 15 millones serían practicantes). Hay minorías protestantes (1,5 millones), budistas (quizá medio millón, en las regiones cercanas a Mongolia), un millón de católicos (aunque sólo una quinta parte se relaciona con la iglesia) e incluso unos 80.000 veterortodoxos ("viejocreyentes", ortodoxos anteriores a la reforma del zar Pedro el Grande). La mayoría de los judíos han emigrado a Israel, pero sigue considerándose una religión de "arraigo oficial" en el país.

Con esa pluralidad y un historial de cruel persecución antirreligiosa, Rusia no quiere agitar sentimientos extremistas y ha decidido desalentar las blasfemias, las groserías y, sobre todo, el ataque a los lugares y ceremonias religiosas con multas contudnentes y penas de cárcel.


De acuerdo con las nuevas enmiendas incluidas en el Código Penal de la Federación de Rusia, ‘las actividades públicas que expresen una falta evidente de respeto hacia la sociedad con la intención de ofender la sensibilidad religiosa de los creyentes’ estarán penalizadas con una multa de hasta 300.000 rublos (9.300 dólares) o con una pena de prisión de hasta un año.

Cuando este tipo de actividades se realicen en ‘lugares destinados expresamente al culto’, la multa máxima pasará a ser de hasta medio millón de rublos (15.400 dólares), y la pena de cárcel de hasta tres años.
Hasta ahora el artículo sobre la ‘ofensa a la sensibilidad religiosa de los ciudadanos’ estaba incluido en el Código Administrativo y preveía multas de hasta 1.000 rublos (30 dólares).




[A modo de comparación: en España el Código Penal presenta su artículo 525 sobre ofensas a sentimientos religiosos y "a quienes no profesan religión", que dice: «Incurrirán en la pena de multa de 8 a 12 meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.»]

En Rusia, los asesores presidenciales se muestran satisfechos con la nueva norma. “La redacción de este artículo ha sido bastante acertada”, comenta Mijaíl Fedótov, jefe del Consejo presidencial de los Derechos Humanos de la Federación de Rusia.

El enunciado ‘ofensa a la sensibilidad y a las convicciones religiosas’ ha sido sustituido por ‘actividades públicas... con intención expresa de ofender la sensibilidad religiosa de los creyentes’. “La intencionalidad de ofender la sensibilidad religiosa se debe demostrar, pues existe lo que se conoce como presunción de inocencia”, afirma Fedótov.


Por ejemplo, afirmar públicamente ‘Dios no existe’, en sí, no sería objeto de multa alguna. Pero “si una persona entra en una iglesia con un cartel en el que ponga ‘Dios no existe’ o empieza a gritarlo dentro de la iglesia, sobre todo si esto ocurre durante la celebración de la misa, sería una violación clara de la ley”.


Fedótov también señala que la nueva ley tiene por objeto proteger no solo la sensibilidad de los miembros de las distintas confesiones religiosas, sino proteger también la sensibilidad religiosa de los ateos. “Creyentes son todos: unos creen en Dios y los otros creen que Dios no existe”, explica Fedótov.

Por otro lado, el Consejo de los Derechos Humanos explica que ha insistido en que los casos derivados de este artículo solo puedan ser abiertos a petición de la víctima, pero esta propuesta ha sido rechazada. Según la versión actual del artículo, se podría encausar a una persona en base, por ejemplo, a un informe policial.

De hecho, en el Código Penal ya existía un artículo sobre la incitación al odio y también sobre la difamación por motivos religiosos. La norma que existía desde hace 10 años sobre ‘ofensa de la sensibilidad religiosa’ no se ha aplicado ni una sola vez.


“Espero que esto evite futuros agravios a los símbolos religiosos y elimine por completo los insultos a la sensibilidad de los creyentes”, cita la agencia RIA Novosti las palabras de Vsévolod Chaplin, presidente del departamento de relaciones sociales de la Iglesia Ortodoxa.

También Rushán Abbiasov, vicepresidente del Consejo de muftíes de Rusia, ha acogido satisfactoriamente la aprobación de la ley: “Esta ley puede apaciguar a muchos exaltados y prevenir muchas acciones destinadas a incitar el odio entre culturas y religiones”.


Aunque la población es muy poco practicante, el Estado considera las religiones un factor de cohesión social, y tiene una asignatura obligatoria de ética y religión en todas las escuelas desde septiembre de 2012: las familias pueden elegir entre 6 opciones: Ortodoxia, Judaísmo, Budismo, Islam, "Fundamentos de la Cultura Religiosa" y "Fundamentos de la Ética Pública" (una alternativa no-religiosa a la asignatura).

Las familias católicas suelen escoger la asignatura de Ortodoxia, a menos que el profesor sea muy anticatólico, en cuyo caso estudian "Ética pública".

En realidad la asignatura solo dura un trimestre, muy poco para compensar el enorme analfabetismo religioso de los rusos de cualquier religión. La Iglesia Ortodoxa ya ha pedido que se imparta al menos un año entero.


Otro rasgo del país es que desde 2010 el Estado ha prohibido la publicidad de chamanes, curanderos, futurólogos y videntes, entre otros practicantes del ocultismo. Es un negocio que movía 2.000 millones de dólares anuales.

«En Rusia hay 800.000 curanderos, pero sólo 620.000 médicos. Es ridículo tratar un dolor de muelas restregando la mejilla con el rabo de una rata», afirmaba la diputada Tatiana Yákovleva, miembro del comité de Sanidad de la Duma rusa.

Esos “charlatanes atraen a muchos clientes sin dar ninguna garantía y muchas veces están implicados en fraude (...). Causan un perjuicio moral y físico a la gente y un perjuicio económico al país”, denunciaron los diputados al presentar la iniciativa parlamentaria. Una encuesta del centro Levada cifró en un 20 por ciento el número de rusos que ha visitado curanderos para encontrar una solución para sus afecciones.


¿Es bueno que un país sea estricto contra los insultos y el ataque a los sentimientos de colectivos y comunidades?

En la muy liberal Alemania de Weimar, en los años 20, no había limitaciones a la prensa insultante y al humor ofensivo. Por eso el historiador inglés Paul Johnson en su "Historia de los Judíos" afirma que "la atmósfera de violencia real que alimentó al nazismo estaba a su vez sostenida por la creciente violencia verbal y gráfica en los medios de difusión. A veces se sostiene que la sátira, incluso la más cruel, es un signo de salud en una sociedad libre, y que no deben imponérsele restricciones. La historia judía no confirma este criterio. Los judíos han sido blanco de estos ataques con más frecuencia que otro grupo cualquiera y saben por larga y amarga experiencia que la violencia impresa es sólo el preludio de la violencia sangrienta". 



En el caso soviético, el humor blasfemo no fue un preludio, sino un coetáneo de la persecución a los cristianos. Entre 1920 y 1924 el ateísmo militante hizo florecer coplas insultantes contra los cristianos. Nadezhda Dozhdikova, profesora de literatura de la Academia de Arte Teatral de San Petersburgo, ha estudiado algunas obras de teatro ofensivas contra los creyentes. La más famosa era el "Juicio contra Dios", de Rezbushkin: un pope de pueblo, un imán tártaro y un rabino judío, cada uno con su acento rústico propio, mostraban lo ridículo de sus creencias. Se exhibía en calles, delante de iglesias, y en locales de la Unión Sin Dios, municipales o del Partido.

En los años 20 se emitieron numerosos folletos con tiradas inmensas, explicando como representar sainetes antirreligiosos. "La ciencia es el camino correcto, y solo en ella creeremos", decía un himno de Gorodetsky que los activistas ateos cantaban en Pascua a la puerta de las iglesias con la melodía de la Internacional. Es graciosa la fe cientifista de Gorodetsky, un poeta que pocos años antes componía himnos a Yarila, la deidad eslava del sol. En Navidad, a partir de 1927, a este himno se solían añadir las muy groseras "Coplas de la Anunciación", contra la Virgen.

El especialista en historia de la Iglesia rusa O. Y. Liovin afirma que el régimen nunca llegó a ser sistemático: sus campañas funcionaban a impulsos, en Navidad y Pascua, y cambiaba sus enfoques, oscilando entre el insulto grosero y el intento de persuadir mediante el materialismo supuestamente científico.

"Herir los sentimientos religiosos de los creyentes, profanar lo sagrado, intentar el cierre masivo de los templos, reprimir al clero... todo eso, de hecho, unió a los creyentes, provocando un cierto renacimiento religioso. Así que, después de una política de carga de caballería, el régimen recomendó pasar a un asedio a largo plazo", explica Liovin.


Sucedió a partir de enero de 1924, cuando murió Lenin y se produjo un breve cambio de ciclo. Durante cuatro años casi no hubo ejecuciones de religiosos... "sólo" 7.000 detenidos más. Una circular del Partido del 5 de septiembre de 1924 ordenó: "La propaganda antirreligiosa ha de llevarse en forma de explicaciones divulgativas desde el punto de vista de las ciencias naturales y políticas que minen la fe en dios y desenmascaren, con los hechos concretos, la estafa y avaricia de los milagreros, sanadores, etc. Es preciso evitar la agitación antirreligiosa masiva (disputas, escenificaciones, etc.) que insulten y hieran los sentimientos de la parte creyente de la población”.

La nueva política, oficialmente contraria a las procesiones ofensivas, llegó pronto a la prensa comunista. En el periódico "Frente Cultural", en 1924, el columnista F. Oleshuk lo admitía así: "La organización de carnavales, manifestaciones y demás pasacalles es, sin duda, dañina, dado que está dirigida, sobre todo, contra los creyentes y a menudo se organiza incluso al lado de una iglesia. Es mejor reunir en muestro club a los que se pueda y se deba reeducar". En cuanto a las obras de teatro "últimamente surgieron muchas, pero casi ninguna es buena", admiten. "Para no escenificar porquerías, es necesario consultar la lista recomendada por los órganos directivos", añadía el diario. "

Frente Cultural" reconocía que "a tres de cada cuatro jóvenes la propaganda antirreligiosa les aburre", así que Oleshuk proponía atraer a los jóvenes con deporte, "algo que les gusta", y luego formarlos en los ideales ateos del régimen en los locales del Partido o el Komsomol, y diseñar actos interesantes en "veladas antipascuales".


En 1929 se celebró el II Congreso de la Unión de los Sin Dios, que estaba a punto de entrar en su mejor momento: en apenas dos años llegaría a tener 5 millones de afiliados y 60.000 células de activistas ateos en todo el país. En el discurso de apertura del 10 de junio, Gorki cargó contra la literatura atea grosera y de baja calidad.

"En vuestro trabajo se nota cierto toque frío, de funcionario", tronó su voz. "Mientras nuestros enemigos usan las emociones, un lago de patetismo con una fuerza enorme, nosotros no sentimos ningún patetismo, y si se siente, se expresa de tal forma que no persuade, sino que irrita. En el proceso doloroso de eliminar de nuestra vida las supersticiones religiosas, no se puede actuar de forma grosera".


Pero el llamamiento de Gorki a la elegancia y al arte emotivo se iba a quedar en nada. Ese año empezó el periodo más duro que los cristianos habían conocido. Se eliminó la semana de 7 días, por ser judeocristiana, y se sustituyó por la semana "nepreryvka", de 6 días, con festivos cambiables, un invento que duró once años.

También empezó una represión violenta: de 1929 a 1931, fueron arrestadas 60.000 personas ligadas a la Iglesia Ortodoxa y 5.000 fueron ejecutadas, según el estudio de Nicolay Yemelianov (que no analiza la persecución contra otras religiones).

Las procesiones ateas insultantes volvieron a las calles. La historiadora Nina Vasílieva, de la Academia de Ciencias de Yakutia, explica la procesión atea de la noche de Pascua ortodoxa de 1929 en Yakutsk, 9.000 km al este de Moscú. Los participantes llevaban antorchas, una orquesta tocaba, cantaban canciones revolucionarias, desfilaban con tractores y con actores disfrazados de popes y chamanes. La procesión paraba en cada templo que estaba celebrando la Pascua para cantar canciones bolcheviques y gritar "religión abajo, ciencia arriba" y "fuera iconos". A medianoche llegaban a la sede del partido donde aguantaban discursos y mítines hasta bien pasadas las 3 de la madrugada.

Alexandr Zajárov, catedrático de sociología de la Academia de Ciencias de Rusia, escribe que "en una fiesta navideña, los obreros de la fábrica Proletarka, en Tver, sacaron del templo 1.200 iconos y los quemaron ante 3.000 espectadores. Antes de este acto simbólico, desfilaron en procesión los hijos de los obreros. En la mina Yenákievski quemaron 870 iconos. Estos actos se diferenciaban de un sacrilegio carnavalesco normal en que eran demasiado fuertes: quemar iconos y enterrar la Navidad es algo que solo puedes hacer una vez. Cuando la ridiculización triunfa por completo, pierde su sentido, desaparece la tensión interior y el rito se degrada en actos mecánicos sin vivencia", analiza este sociólogo.




El censo ruso de 1937, después de 20 años de comunismo, blasfemias y represión, espantó a los ateos. Explica Sergey Firsov que de 30 millones de ciudadanos de la URSS analfabetos mayores de 16 años, el 84 % (más de 25 millones) se declararaban creyentes; y de los 68,5 millones de alfabetizados, el 45 % (más de 30 millones) aún creían en Dios.

Se imponía más mano dura, es decir, más sangre. En 1937 y en 1938 la persecución religiosa contra los ortodoxos superó todo lo visto antes: 100.000 ejecuciones y 200.000 deportados o represaliados.

Entre 1939 y 1942 ya no quedaban casi ortodoxos declarados para ejecutar: se mató sólo a unos 4.000 más.


Y después todo cambió: Stalin necesitaba apelar a la Madre Rusia para su guerra contra Hitler y paró la persecución directa contra lo poco que quedaba de la Iglesia Ortodoxa. La Unión de los Sin Dios perdió sentido y funciones. La represión entró en otra fase y desaparecieron las procesiones ateas. Con las clases de Ateísmo Científico en la universidad y un nivel de acoso medio-bajo, las religiones debían desaparecer en pocas décadas.

Pero la historia da muchas vueltas, y en 2010, sólo un 20% de rusos admitían ser no-creyentes. Aunque casi nadie va a la Iglesia, un 16% de la población dice que guarda los ayunos en Cuaresma.