Expedita Pérez, nacida en El Tablero (Las Palmas), en 1960, es misionera comboniana, especializada en cultura islámica y lengua árabe. Ha estado ocho años en Sudán del Norte, y desde enero trabaja en Egipto, en tres escuelas para refugiados sudaneses.

–Acabó con los regímenes autoritarios, pero los grupos radicales islámicos han manipulado los cambios a su favor. Aunque, al menos en Egipto, veo que la gente ahora es más consciente de sus derechos y pide más transparencia a los gobernantes. También pasa entre los cristianos, que se manifestaron en la plaza Tahrir con los musulmanes y reclaman sus derechos.

–Hay persecución por parte de una minoría. Pero también ha habido musulmanes que resultaron heridos porque intentaban proteger y ayudar a sus vecinos cristianos en algunos ataques a iglesias en El Cairo.

–El Gobierno americano ha dicho a las misioneras de su país que son blancos para los terroristas. A mí nadie me ha dicho nada. Yo voy con mi cruz por la calle, y los cristianos coptos incluso la llevan tatuada.
–Al principio sí lo añoraba. Recuerdo hace 20 años, en Egipto, cuando intenté poner un crucifijo y me dijeron: «En este barrio, no». Pero he aprendido a anunciar a Cristo con mi servicio cotidiano.