El martes apareció en Faisalabad (Pakistán) el cadáver de Sunil Masih, un niño cristiano huérfano de 14 años cuya desaparición había sido denunciada dos días antes. La última vez que se le vio fue en una tienda a donde había acudido a comprar una camiseta. Cuando no volvió, su familia adoptiva dio la señal de alarma y empezó una búsqueda que resultó infructuosa las primeras horas.

El cuerpo, que se encontró en un área industrial aislada, se encontraba horriblemente mutilado, había recibido 23 puñaladas, faltaban algunos de sus órganos vitales, y la cara estaba rociada con ácido para dificultar su identificación. No se descarta ninguna hipótesis (entre ellas, el tráfico ilegal de órganos), pero el crimen llega con la comunidad cristiana muy sensibilizada tras el encarcelamiento de una niña de 12 años con síndrome de Down acusada de quemar unas páginas del Corán.

"Es la primera vez que me encuentro ante un asesinato similar", confesó un inspector de policía a AsiaNews. "En mi vida he visto un hecho de tanta crueldad", confirma el abogado cristiano Kamal Chughtai. Tenía las orejas, nariz y lengua destrozadas, los brazos y las piernas separados del tronco y el cuerpo vaciado. La autopsia determinará si sufrió también agresiones sexuales.

Tras el funeral, celebrado este miércoles con la asistencia de líderes de las minorías religiosas y de políticos locales, tuvo lugar una manifestación por las calles de Faisalabad pidiendo justicia.

Los cristianos están en estado de shock. El director diocesano de la comisión Justicia y Paz de la Iglesia católica, Nisar Barkat, pide al gobierno que "lo antes posible" encuentren al culpable. Hindúes y cristianos viven continuamente "en estado de miedo", y Johel Aamir Sohotra, parlamentario cristiano del Punjab, añade que "este brutal homicidio obliga a una seria reflexión sobre la libertad de que gozan las minorías".