«Las decisiones de la Consulta egipcia y de la junta militar, el desintegramiento del parlamento y la limitación del poder del próximo presidente, se pueden considerar como intentos por reequilibrar las anomalías que provocaron los movimientos islamistas que, mediante manipulaciones, habían obtenido una mayoría absoluta en el parlamento».

El padre jesuita Khalil Samir sj, comenta de esta forma, ante los micrófonos de la Radio Vaticana, la actual situación de incertidumbre política en su país natal, Egipto, en donde, en medio de un clima de tensión, se esperan los resultados de las elecciones presidenciales. «Claro –dice el padre Samir–, existe el riesgo de que el ejército intente retomar el poder, como en tiempos de Mubarak e inmediatamente después de su caída. Pero también, la posibilidad de que la intervención militar pueda reestablecer el orden de las cosas, allí en donde existe la prevalencia injustificada de un grupo por encima de los demás. El simple hecho de que los Hermanos Musulmanes hubieran anunciado la victoria de su candidato desde el lunes, influyendo en el ánimo de la población, indica la voluntad de no respetar las leyes». 
El padre Samir comenta positivamente la amplia participación de los cristianos-coptos en las urnas. «Es positivo que, a diferencia de lo que sucede normalmente, en esta votación para las presidenciales los coptos hayan votado ampliamente. Singifica que ahora los cristianos se sienten finalmente ciudadanos, parte en las decisiones del pueblo egipcio. Su voto, sobre todo por el ex primer ministro Shafiq, fue claramente un voto anti-islámico. Los coptos temen que se refuerce el artículo 2 de la constitución, que afirma que la Sharía es el fundamento de la legislación. La Sharía, de hecho, se basa en las decisiones personales de los Uleimas y puede ser gravemente discriminadora y violar la libertad religiosa. Sobre este punto, los Hermanos Musulmanes hicieron afirmaciones contradictorias que no convencen ni a los cristianos ni a los liberales».

El padre Samir concluye con una comparación entre Egipto y Túnez, el país que desencadenó la “primavera árabe”. «Acabo de volver de Túnez, en donde desde hace tiempo, incluso después de la Primavera árabe, el proceso democrático está mucho más avanzado. El partido islamista de Ennadha, vinculado a los Hermanos Musulmanes, llegó al poder, pero no basa su legislación en la Sahria y se opone a cualquier extremismo. El presidente de la República, Marzuki, intervino durante el encuentro internacional de la Fundación Oasis en Túnez con una relación sobre la libertad de consciencia, en la que afirmó que está a favor de una sociedad civil en al que los musulmanes, cristianos, hebreos y ateos tengan los mismos derechos y no haya discriminación ni de sexo, ni de condición social. Una afirmación importante que apoya los derechos humanos».