Mongolia Interior es una enorme región china, fronteriza con Mongolia, con 24 millones de habitantes, de los que el 80% son chinos han, y sólo un 17% son de etnia mongola. Sin embargo, en número absolutos, hay más mongoles aquí (4 millones) que en la Mongolia independiente, donde solo viven 2,8 millones de personas.

Durante más de 20 años, las autoridades comunistas desatendieron completamente la presencia cristiana en la región, que iba creciendo. Se trataba de una iglesia católica clandestina, que desconfiaba de las autoridades oficiales de la Iglesia patriótica, controlada por el partido, y que se agrupaba en torno a la diócesis de Suiyuan, con unos 30.000 fieles, 35 sacerdotes y 90 religiosas. Celebraban su fe en casas y locales pequeños y no llamaban la atención.

Pero corren vientos de revuelta en China, hay protestas en muchas partes del imperio comunista, y las autoridades locales y las religiosas (del Partido, se entiende) se han endurecido buscando un mayor control. En la misma Mongolia Interior hay protestas y abusos, como denuncian activistas pro-derechos humanos en http://www.innermongolia.org/english/index.html  .

El 30 de enero, seis curas clandestinos fueron detenidos, entre ellos el rector del seminario clandestino, el padre José Ban Zhanxiong, según explica la agencia AsiaNews. Al día siguiente fueron detenidos dos sacerdotes más: uno de ellos era el administrador diocesano, Gao Jiangping. El 14 de febrero las autoridades cerraron el seminario y enviaron a casa a todos los estudiantes.

La mitad de los curas detenidos están en libertad vigilada: deben presentarse cada día ante la policía y someterse a sesiones de adoctrinamiento de oficiales del régimen.

Además, fueron obligados a concelebrar en una misa con el obispo oficial del régimen, Pablo Meng Qinglu, de la diócesis oficial de Hohhot. Aunque Roma reconoce las órdenes de este obispo, todos allí saben que es un colaboracionista con el régimen, y nadie de la iglesia clandestina quiere relacionarse con él. En esa misa "obligada" había además dos sacerdotes de la iglesia patriótica que, según testigos, "estaban también contra su voluntad, presentes físicamente pero sin rezar y sin mover ni un dedo".

El acoso a los cristianos en la Mongolia bajo control chino contrasta con la libertad religiosa de la Mongolia independiente, tras la dictadura pro-soviética que cayó en 1991. En aquel año, Mongolia era uno de los escasísimos países de los que podía decirse que no albergaba ni un solo católico. Enseguida llegaron misioneros, como salesianos vietnamitas que hoy cuentan con una guardería, una escuela de capacitación técnica, comedores sociales, dos granjas y un centro que acoge a 120 niños discapacitados.

Juan Pablo II nombró al filipino Wenceslao Padilla como primer obispo de Mongolia en 2003. Hoy hay más de 800 católicos en el país, de los que la mitad son nativos. Trabajan en Mongolia 60 misioneros de muchos países y se han establecido cuatro parroquias y otros cinco centros pastorales. Algunas asociaciones consideran que en este tiempo unos 40.000 mongoles se han hecho cristianos protestantes o evangélicos.