Que la frontera entre las dos Coreas es una de las zonas más "calientes" del planeta es cosa sabida. Pero que lo sea hasta los extremos a donde lleva las cosas el gobierno de Corea del Norte, en manos de Kim Jong-il, no deja de sorprender.

Ahora amenazan con "consecuencias imprevisibles" si en una zona militar a tres kilómetros de la frontera, en zona surcoreana, un grupo religioso consigue permiso para instalar una estructura en forma de árbol de Navidad iluminado de 29 metros de altura. Ya se hizo en 2010, y ahora el régimen comunista de Pyongyang quiere elevar la tensión a cuenta de esa iniciativa.

Se trata, afirman, de "un intento de guerra psicológica" al que responderán con represalias que no han precisado. Finalmente será el Ministerio de Defensa surcoreano quien decida qué hacer.