En la catedral de San Nicolás, en Friburgo (Suiza), el cardenal Antonios Naguib, patriarca de los coptos católicos, ha lamentado la evolución política de Egipto. Tras la caída de Hosni Mubarak a principios de año, en las elecciones de noviembre está previsto un avance muy importante de los grupos salafistas y de los Hermanos Musulmanes.

A pesar de los múltiples atentados que han padecido los coptos (católicos y ortodoxos) en los últimos meses, con decenas de muertos, "hay aspectos luminosos y motivos de esperanza" en la nueva situación, explicó el patriarca, que se encuentra en la Confederación Helvética para asistir a un congreso de Ayuda a la Iglesia Necesitada.

En un templo abarrotado, el cardenal Naguib elogió a esta organización por la llamada de alerta que supone su actividad. Que la concienciación es necesaria se deduce, por ejemplo, de que los textos del último sínodo de obispos para Oriente Medio no mencionase ni una sola vez la palabra "persecución".

El sueño de ver a cristianos y musulmanes celebrar juntos la nueva etapa política "duró poco", afirmó el patriarca. Primero, por el auge de los fundamentalistas. Pero luego, por el clima de complicidad. El 30 de septiembre, por ejemplo, fue atacada la iglesia de San Jorge en Marinab. Cuando los cristianos salieron a protestar, hubo 30 muertos y 329 heridos. "Todo apunta a que el ataque fue programado", explica: "Los reporteros de televisión incitaban a atacar a los cristianos que se manifestaban pacíficamente... ¡y las autoridades incriminaron a los coptos!".

Aunque legalmente los cristianos no son perseguidos en cuanto tales, tienen que afrontar las imposiciones del Corán y de la sharia, no pueden contraer matrimonio con una musulmana, no pueden heredar de un musulmán... Y así, hasta un amplio conjunto de restricciones que apuntan a que la situación irá a peor si triunfan los islamistas.