El intelectual y escritor católico italiano, Vittorio Messori aborda en un artículo el dramático declive de las órdenes religiosas llegándose a preguntar si acaso no estamos ante "el final de una gran historia".

Messori formula la pregunta tras la constatación del "imparable descenso numérico de las innumerables congregaciones de religiosos, y de manera aún más acentuada, de religiosas", fenómeno que según el reconocido intelectual comenzó una "caída imprevista" por mediados de los años sesenta y que lo atribuye a la "secularización" y a "las perspectivas tras el Vaticano II".

El escritor italiano explica en su artículo publicado en Corriere della Sera que hoy las jóvenes que antaño sentían la vocación del servicio y que lo realizaban a través de una familia de monjas de "vida activa", hoy piensan más bien en un contrato en un hospital o en un colegio estatal.

"También las congregaciones masculinas han visto desaparecer los menesteres para los cuales habían sido fundados. Tanto entre los hombres como entre las mujeres ha actuado también el espíritu conciliar del redescubrimiento del “sacerdocio universal” con la consiguiente revalorización del laicado, y la conciencia de que para ser cristianos hasta el fondo, la vida religiosa no es el camino obligatorio", explica Messori.


La respuesta ante la crisis por parte de las congregaciones religiosas, prosigue Messori, no fue escoger el rigor y "no aflojar las riendas" sino, por el contrario, tras el Vaticano II, re-escribieron sus Reglas y Estatutos "para endulzar la ascesis y la disciplina". "El aburguesamiento de vidas que habían sido austeras, no atrajo novicios deseosos del Absoluto, como todos los jóvenes, ni compromiso con el espíritu de la época", comenta.

Señala además que "después del éxodo impresionante del decenio 67-78, esos vacíos no han sido llenados de nuevo y (aunque de modo más o menos acentuado, según los Institutos) el descenso continúa y la edad media cada vez es más alta".


El pensador también se muestra escéptico respecto a una posible revitalización de la vida religiosa gracias a la aparición de numerosas vocaciones venidas de Asia y África.

"Demasiadas dudas sobre el origen de la ´vocación´ (un modo, como para nosotros hace tiempo, de huir de la miseria, de estudiar, de convertirse en alguien), culturas, temperamentos, historias demasiado diferentes...".


Continúa valorando que las estadísticas "no tienen piedad" y que es realidad cotidiana la conversión de casas de formación en casas de reposo, el cierre de escuelas, el abandono de conventos históricos y el pase de iglesias a la diócesis.

"¿Triste realidad para un creyente? Ciertamente es doloroso asistir al declive de las instituciones que un día fueron beneméritas y madres de tantos santos, y constatar el dolor de cristianos que han dado la vida a Familias que amaban, y que ahora, las ven extinguirse", explica.

Sin embargo, para Messori "desde la perspectiva de la fe, nada puede ser verdaderamente inquietante" y afirma que "la Providencia que guía la historia sabe lo que hace": "La Iglesia no es un fósil, sino un árbol vivo donde, siempre, algunas ramas se secan mientras otras brotan y se revigorizan".


Messori concluye su escrito afirmando que "a cada generación, en muchos cristianos seguirá encendiéndose la necesidad de vivir el Evangelio sine glossa, en toda su radicalidad".

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