En estos tiempos de ateísmo grosero y a menudo inculto, sobre todo en el Occidente narcisista, vale la pena escuchar voces que llegan de otras latitudes, como la India, la mayor democracia del planeta.

Allí es muy conocido Lenin Raghuvanshi, presidente del Comité Popular de Vigilancia de los Derechos Humanos (PVCHR, en inglés), un activista por los derechos humanos que ostenta los premios Weimar 2010 y Gwangju 2007 en esa categoría. Lenin Raghuvanshi se define como ateo, pero es un admirador sincero de la Beata Teresa de Calcuta y del Beato Juan Pablo II.

"El sacrificio personal y el amor a los enemigos": esas son las enseñanzas del nuevo beato que Raghuvanshi destaca en una entrevista con AsiaNews. ""Fue un icono del siglo XX y un defensor de los derechos humanos. Su legado al mundo incluye dos enseñanzas fundamentales: el amor a los enemigos y el sacrificio personal. Fue un hombre extraordinario, cuya vida y ejemplo cambiaron radicalmente la diplomacia y la forma en que percibimos, defendemos y promovemos los derechos humanos", afirma el prestigioso activista.

Raghuvanshi considera que "por primera vez en la historia, Juan Pablo II habló de los valores profundos de Cristo, la compasión, el perdón y la paz, en la escena internacional".

En concreto, valora su viaje a Cuba de 1998. "En esa visita, el Papa mostró a los líderes mundiales que ningún ser humano, ni siquiera un enemigo, debe ser aislado. Que es posible entablar un diálogo con países de ideología y principios diferentes", afirma.

Por todo ello, declara que "Su Santidad fortaleció la democracia, remarcó la importancia de las ideas individuales y transformó la diplomacia".

"También mostró que la pobreza en en sí misma una violación de los derechos humanos, mostró cómo es parte de una violencia estructural. Esta violencia es parte de un sistema deshumanizador que disminuye el valor de los más pobres y de los segmentos marginados de la sociedad".

Por último, Raghuvanshi lo relaciona con la Beata Teresa de Calcuta: "Como Madre Teresa, el Papa dijo que todos tienen derecho a la dignidad humana. Para nosotros, defensores de los derechos humanos, esta es la mayor enseñanza que Juan Pablo II nos dejó".