El gobernador de la provincia paquistaní de Punjab, Salman Taseer, que intercedía por la vida de la cristiana Asia Bibi, fue asesinado de nueve tiros por uno de los policías encargados de proteger al dirigente regional debido a sus críticas a la ley de blasfemia.

El crimen cometido este martes sucedió cuando Taseer bajaba de su automóvil cerca a un mercado en Islamabad. El autor del asesinato, Malik Mumtaz Husein Qadri, dijo luego de su detención que actuó porque el gobernador estaba a favor de enmendar la ley de blasfemia a la que calificaba de "ley negra".
 
“Salman Taseer es un blasfemo y éste es el castigo para los blasfemos", declaró el asesino confeso en unas declaraciones difundidas por el canal de televisión Dunya.
 
Justo después de cometer el atentado, Qadri, miembro de la Fuerza de Élite de la Policía de Islamabad, se entregó a las fuerzas de seguridad. "Fue arrestado inmediatamente y ahora está siendo interrogado por la Policía", indicó Malik.
 
Taseer estuvo en el blanco de las críticas de los islamistas por su oposición a la ley de blasfemia. Incluso visitó en la cárcel a Asia Bibi, por cuya vida estaba tras ser condenada a muerte bajo dicha polémica legislación.
 
Salman Taseer era un político liberal y carismático miembro del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), que encabeza el Gobierno central de coalición. El viernes pasado escribió en su perfil de la red social Twitter: "He estado bajo una gran presión por la intimidación de los derechistas en relación con la blasfemia. Me niego. Aunque fuese el último hombre en la Tierra".
 
 
En los últimos meses esta ley –que condena a todo el que ofenda a Mahoma–, ha sido criticada dentro y fuera de Pakistán, incluso por los propios musulmanes, pues los fundamentalistas islámicos la han convertido en herramienta de abusos contra las minorías religiosas y los ciudadanos comunes para ejecutar venganzas.
 
La Ley de Blasfemia agrupa varias normas contenidas en el Código Penal inspiradas directamente en la Shariah –ley religiosa musulmana– para sancionar cualquier ofensa de palabra u obra contra Alá, Mahoma o el Corán. La ofensa puede ser denunciada por un musulmán sin necesidad de testigos o pruebas adicionales y el castigo suponer el juicio inmediato y la posterior condena a prisión o muerte del acusado.
 
En junio de 2009, Asia trabajaba como obrera en Sheikhupura, cerca de Lahore, Pakistán. En una ocasión le pidieron que buscara agua potable para sus compañeras. Algunas de las trabajadoras –todas musulmanas– se negaron a beber el agua por considerarla "impura" debido a que fue provista por una cristiana.
 
Un día más tarde, Asia fue atacada por una turba y llevada a una comisaría "por su seguridad", donde fue acusada de blasfemia contra Mahoma. Desde su detención denunció ser perseguida en razón de su fe y negó haber proferido insulto alguno contra el Islam.
 
Sin embargo, también los musulmanes son afectados por esta ley. A mediados de diciembre pasado el médico musulmán Naushad Valyani fue arrestado por arrojar a la basura la tarjeta de un representante de una farmacéutica llamado "Mohamed" (Mahoma en español), el nombre de mayor uso entre la población islámica.