En este primer viernes de Cuaresma, el Papa Francisco ha reflexionado en la misa matinal en la Casa Santa Marta sobre los ayunos sinceros y coherentes y el trato a los empleados, específicamente a los domésticos. Francisco recordó una fea escena que vio de niño. 

“Pienso en tantas mujeres empleadas del hogar que se ganan el pan con su trabajo: humilladas, despreciadas… Nunca olvidaré cuando de niño fui a casa de un amigo. Vi cómo la madre le daba una bofetada a la mujer empleada en casa. Aquella mujer tenía 81 años… No lo olvidé nunca. ‘No, padre. Yo no pego nunca bofetadas’. ‘Pero, ¿cómo la tratas? ¿como a una persona o como a una esclava? ¿Le pagas el salario justo? ¿Le das vacaciones? ¿Es para ti una persona o un animal que te ayuda en casa?”.


Recordó el Pontífice también que el ayuno es una de las obligaciones de la Cuaresma. “Si no se puede hacer un ayuno total, aquella que te hace sentir hambre hasta en los huesos, haz un ayuno humilde pero verdadero”, pidió Francisco.

En su homilía, recurrió a la Primera Lectura del día, del Libro de Isaías, en la que pone en evidencia qué clase de ayuno desea el Señor:

“No ayunéis como hoy, para hacer oír en las alturas vuestra voz. ¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el hombre? (…) ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero? Desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo”.

El Papa explicó que estas palabras rechazan la actitud que lleva a pensar: “nosotros ayunamos, somos católicos, pertenezco a esa asociación, ayunamos siempre, hacemos penitencia”.

Sin embargo, “¿ayunas con coherencia o haces penitencia incoherentemente como dice el Señor, alzando la voz para que todo el mundo lo ve y diga: ‘Esa persona es justa, qué hombre más justo, qué mujer más justa’. Eso es un disfraz que disfraza la virtud”.


Frente a ese disfraz que manipula el ayuno, el Santo Padre pidió utilizar el “maquillaje de la sonrisa” cuando se ayuna, para no hacer ver que se ayuna. Ayunar, “para ayudar a los demás, pero siempre con una sonrisa”.

El ayuno que quiere el Señor, como recuerda la Primera Lectura, consiste en “compartir el pan con el hambriento, introducir en casa a los que viven en la miseria, a los sintecho, vestir al que está desnudo, sin olvidar a tus parientes”.

Y, finalmente, pide “hacer penitencia. Sentir un poco el hambre. Rezar más”.

Por último, el Papa Francisco pidió coherencia en el ayuno. “Si no puedo hacer una cosa, no la hago, pero no la hagas incoherentemente. Haz sólo aquello que puedas hacer, con coherencia cristiana”.