"He venido a traer fuego sobre la tierra", dijo Jesús en Lucas 12. ¿A qué se refería? Eso fue lo que el Papa Francisco explicó este jueves en su homilía matinal en la misa de la Residencia Santa Marta. 

“La lucha, que Jesús ha emprendido contra el diablo, contra el mal, -advirtió el Papa- no es algo antiguo, es algo muy moderno, es algo actual de todos los días”, para que “ese fuego que Jesús ha venido a traernos esté en nuestro corazón”.

Para eso, tenemos que dejar que ese fuego entre, y “cada día, pedirle: como he pasado de la mundanidad, del pecado, a la gracia, ¿he hecho lugar al Espíritu Santo para que Él pueda obrar?”

Cuando Jesús dice “He venido a traer fuego sobre la tierra” se refiere a un fuego de cambio. “Cambiar el modo de pensar, cambiar el modo de sentir. Tu corazón era mundano, pagano, y ahora se vuelve cristiano con la fuerza de Cristo: cambiar, ésta es la conversión. Y cambiar el modo de obrar: tus obras deben cambiar”. Una “conversión que involucra todo, cuerpo y alma, todo”. 

“Es un cambio, pero no es un cambio que se hace con el maquillaje: es un cambio que genera el Espíritu Santo, adentro. Y yo debo hacer mi parte para que el Espíritu Santo pueda obrar, ¡y esto significa lucha, luchar!”


“No existen los cristianos tranquilos, que no luchan”, agregó el Papa, “esos no son cristianos, son ‘tibios’. La tranquilidad para dormir ‘también puedes hallarla con una pastilla”, dijo, pero “no hay pastillas para la paz” interior. “Solamente el Espíritu Santo” puede dar “esa paz del alma que brinda fortaleza a los cristianos”.

“Y nosotros tenemos que ayudar al Espíritu Santo, haciendo lugar en nuestro corazón”: “Y en esto, nos ayuda mucho el examen de conciencia, hecho todos los días”, para “luchar contra las enfermedades del Espíritu, aquellas que siembra el enemigo, y que son enfermedades de mundanidad”.

“La lucha, que Jesús ha emprendido contra el diablo, contra el mal, -advirtió el Papa- no es algo antiguo, es algo muy moderno, es algo actual de todos los días”, para que “ese fuego que Jesús ha venido a traernos esté en nuestro corazón”. Para eso, tenemos que dejar que entre, y “cada día, pedirle: como he pasado de la mundanidad, del pecado, a la gracia, ¿he hecho lugar al Espíritu Santo para que Él pudiese obrar?”

“Las dificultades de nuestra vida no se resuelven diluyendo a verdad. La verdad es esta, Jesús ha traído fuego y lucha, ¿y yo qué hago?”. Para la conversión –concluyó Francisco- se requiere “un corazón generoso y fiel”: “generosidad, que siempre proviene del amor, y fidelidad, fidelidad a la Palabra de Dios”. 

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