El Papa Francisco ha celebrado este martes misa en la Casa Santa Marta y en su homilía comparó la actitud de Pedro con la del joven rico. El Santo Padre insistió en que o se sirve a Dios o a las riquezas pero “no se puede servir a dos señores”.

De este modo, Francisco comentó el pasaje evangélico del joven rico que quería seguir a Jesús “pero al final era tan rico que eligió las riquezas”. Por ello, citando las palabras de Cristo, el Papa habló de “qué difícil es que un rico entre en el Reino de los cielos”.

Esta reflexión la unió al Evangelio de este martes, y destacó la actitud de Pedro ante Jesús cuando le dice que “nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”.


“El Señor no sabe dar menos de todo. Cuando Él dona algo se dona a sí mismo, que es todo” ya que “la plenitud de Dios es una plenitud realizada en la Cruz”.

Siguiendo sobre este mismo tema, el Papa añadió que “este es el don de Dios: la plenitud crucificada. Y este es el estilo del cristiano: buscar la plenitud, recibir la plenitud y seguir por este camino. No es fácil. ¿Y cuál es el signo de que voy adelante en este dar todo y recibir todo? ‘Glorifica al Señor con ojo generoso y contento. En cada ofrenda muestra tu rostro alegre’”.

Pero en el lado contrario se encuentra el joven rico, que “tiene el rostro oscurecido y anda triste” pues “no ha sido capaz de recibir, de acoger esta plenitud”.  Sin embargo, “los santos, Pedro mismo, la han acogido y en medio de las pruebas, de las dificultades, tenían el rostro alegre, el ojo contento y la alegría de corazón”.


Por último, Francisco recordó la figura de San Alberto Hurtado, que “trabajaba siempre, dificultad, tras dificultad. Trabajaba por los pobres. Fue de verdad un hombre que hizo camino en ese país. La caridad para la asistencia a los hombres. Pero fue perseguido, con muchos sufrimientos. Pero cuando estaba ahí, clavado en la cruz, la frase era: ‘contento, Señor, contento’”.

“Que él nos enseñe a ir en este camino, nos de la gracia de hacer este camino un poco difícil del ‘todo o nada’, de la plenitud clavada en la cruz de Jesucristo y decir siempre, sobre todo en las dificultades: ‘contento, Señor, contento’”, concluyó el Papa.